Home |  Elder Rights |  Health |  Pension Watch |  Rural Aging |  Armed Conflict |  Aging Watch at the UN  

  SEARCH SUBSCRIBE  
 

Mission  |  Contact Us  |  Internships  |    

        

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El «pisito» de los abuelos


A. Rubiera, La Nueva España

España

16 de abril,
2006


«Si tenéis padres viejinos, decirles que vengan aquí. Es lo mejor. Yo se lo digo a todo el mundo». María Guerra, de 75 años, lleva trece viviendo en El Cerillero con su marido, Víctor Korzhov. Ocupan, casi desde la apertura, uno de los apartamentos que el ERA (Establecimientos Residenciales para Ancianos del Principado) tiene en la calle Martín. La suya, como casi todas, es una vivienda de unos 40 metros cuadrados, con salón, cocina-comedor, habitación, baño y despensa. También disponen de trastero. 
En esas viviendas, de propiedad del Principado, sólo se permite la estancia de mayores de 60 años con alto grado de autonomía personal. Tanta, que los beneficiarios de plaza se hacen su comida, limpian las estancias, lavan su ropa y gestionan todo lo relativo a su casa, con algunas salvedades. Por ejemplo: que dos veces al día, una por la mañana y otra por la tarde, un conserje llama por teléfono a cada vivienda para garantizar que sus ocupantes están perfectamente. Esos controles periódicos ya han evitado algunas situaciones de alto riesgo, por ejemplo, al detectar a tiempo a un paciente infartado. 

También les diferencian de cualquier otro piso de la ciudad que en los pasillos hay rincones comunitarios (con una mesa y sillones) que se convierten en auténticas salitas de estar que sirven de enclave para las tertulias. Otros servicios comunes que ofrece el equipamiento son el jardín con barbacoa, el taller de bricolaje (incluye lavadora y secadora para quien no dispone de una máquina en su casa), una sala con dos ordenadores, otra con máquina de coser (para los apaños de las residentes) y, en breve, se habilitará una pequeña biblioteca de uso general. 

La fórmula de los apartamentos de la calle Martín, que van ya por el decimocuarto año de funcionamiento, tendrá pronto una réplica en Montevil. La Consejería de Bienestar Social quiere hacer frente a la alta demanda de plazas residenciales para ancianos -con lista de espera más que abundante-, con la construcción de un complejo en el barrio del Sur, que arrancará este mismo año. Además de residencia y centro de día, se incluirán unos 40 apartamentos para residentes válidos. La misma idea (aunque sin el componente de servicio público) que se ensaya en ciudades del Mediterráneo, los países nórdicos o en EE UU, donde ya hay comunidades enteras con casas-retiro para ancianos, que se benefician de servicios comunes y gran independencia. 

«Aquí la gente vive de forma autónoma. Ésa es la clave. Nosotros (el personal del ERA) sólo velamos por su seguridad y su bienestar», afirma Inés González, directora de complejo residencial de la calle Martín. El apartado de bienestar implica que corre a cuenta del Principado todo lo relativo a los servicios de mantenimiento básico: «Ante un problema general de fontanería, calefacción, baldosas o persianas, sólo tienen que avisar al ordenanza que esté en la portería, y nos hacemos cargo de avisar a una empresa de celaduría que está subcontratada», indica. 

El personal del ERA también asume la organización de actividades para dinamizar el día a día de los residentes: excursiones, fiestas de Carnaval, Navidad o año nuevoÉ Pero ninguna es obligatoria. «Siempre se respeta la voluntad del residente. Por eso, tampoco somos demasiado insistentes», explica Inés González. Sabe que entre sus vecinos hay quien tiene la vida perfectamente organizada y otros que esperan como agua de mayo que el personal les anime el mes con algún sarao. 
Sobre todo vecinas 

La regla más férrea que se sigue en la calle Martín (donde también hay un reglamento de convivencia) es que que a los apartamentos del ERA sólo pueden acceder «personas que física y mentalmente están válidas. Por eso, en esta casa hay muchos residentes que quieren cambiarle el logotipo al ERA, ya que se niegan a que les identifiquen como ancianos. Ellos dicen que sólo son mayores, y, por lo mismo, quieren que ejerzamos un poquito de control pero sin pasarnos», añade la directora. 

El peor trago de Inés González es estar atenta a cualquier indicio que le avise de que un residente deja de ser autónomo, algo que además revisan otros técnicos del ERA: «Entonces, con todo el dolor de mi corazón, deben dejar el apartamento. Este recurso es, muchas veces, un paso previo a la estancia en una residencia o al acogimiento familiar cuando ya la persona ha dejado de ser autónoma», expone. 

Los apartamentos de Gijón (sólo hay otro recurso semejante en Oviedo) tienen una capacidad máxima de 94 plazas. Ahora mismo están ocupadas 89. Hay viviendas individuales -las más numerosas- y otras dobles, ya sea para parejas o para la convivencia de familiares, como la que protagonizan Rosario, de 90 años, y su hijo Jesús, de 70. El perfil del residente, según Inés González, es mayoritariamente femenino. Y, por orden de cantidad, los apartamentos los llenan viudas, solteras y separadas que perfectamente pueden llevar una media de diez años viviendo en El Cerillero. «Estamos trabajando -dice Inés González- para que entre gente más joven, pero lo cierto es que la estancia aquí se suele alargar mucho siempre que la enfermedad les respete». Y más que se alargará, si se tiene en cuenta la calidad de vida que tienen ahora muchos ancianos. «Yo creo que éste es un modelo de asistencia a los ancianos que va a ir en auge», aventura Inés González.


Copyright © Global Action on Aging
Terms of Use  |  Privacy Policy  |  Contact Us