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Una vejez digna y feliz

El Mundo

Colombia


23 de febrero de 2007

 

 

 

¡Qué sensación más extraña la que se siente interiormente cuando el hombre pasa de los 60 años y a medida que se van agotando las hojas del calendario vigente, piensa irremediablemente que el año que viene o que está a la vuelta de la esquina será el último de su existencia. Frente a este temor –propio de todos los seres humanos que nos hemos amañado más de la cuenta a nuestro paso por este mundo terrenal- el Contraplano ha buscado y encontrado en Internet este práctico decálogo de autor anónimo para tener una vejez digna y feliz: 

1.- Cuidarás tu presentación personal todos los días. Viste bien, muéstrate pulcro, arréglate como si fueras a una fiesta, a una primera comunión o a una boda con la mujer amada. ¡Qué más fiesta que la vida misma! 

2.- Por ningún motivo, te encerrarás en tu casa ni en tu habitación. Nada de jugar al enclaustrado o al preso voluntario. Saldrás a la calle y de paseo al campo. Ten presente que el agua estancada se pudre y la máquina inmóvil se enmohece. 

3.- Amarás al ejercicio físico como a ti mismo. Un rato de gimnasio, una caminata tan vigorosa como puedas, dentro o fuera de casa, pero preferible al aire libre, en medio de la bendita vegetación. No olvides nunca que contra inercia, diligencia. ¡Ah… Y nunca camines mirando al suelo, ni a pequeños pasos! 

4.- Evitarás actividades y gestos de viejo derrumbado. La cabeza gacha, la espalda encorvada, los pies arrastrándose, el traje manchado. ¡No!. Que la gente diga o lance un piropo cuando pasas. 

5.- Nunca te creas más viejo y más enfermo de lo que en realidad estás. Te harán el vacío. Nadie quiere estar oyendo historias de achaques, enfermedades u hospitales. Deja de autollamarte viejo o anciano y de considerarte enfermo. Toma tan pocas medicinas como puedas y ¡medícate de vida! 

6.- Cultivarás el optimismo sobre todas las cosas. Al mal tiempo, buena cara. Sé positivo en los juicios, de buen humor en las palabras, risueño de rostro, amable en los ademanes. Se tiene la edad que se ejerce. La vejez no es una cuestión de años sino un estado de ánimo. 

7.- Tratarás de ser útil a ti mismo y a los demás. Hazte necesario. No eres un parásito ni una rama desgajada voluntariamente del árbol de la vida. Bástate por ti mismo hasta donde sea posible y ayuda a otros. Ayuda con tu ejemplo, con tu alegría, con una sonrisa, con un consejo, con un servicio. 

8.- Trabajarás con tus manos y con tu mente. El trabajo es la terapia infalible contra el tedio de la vida. No te jubiles si no estás preparado, ello es capaz de marcar tu muerte biográfica. Cualquier actitud laboral, intelectual o artística son medicinas para todos los males y la bendición del trabajo. Cuando termines una actividad, ten preparada otra, así, siempre estarás entretenido, creciendo y adquiriendo más sabiduría. 

9.- Mantendrás vivas y cordiales las relaciones humanas. Desde luego, primero las que anidan dentro del hogar, integrándote a todos los miembros de la familia. Ahí tienes la oportunidad de convivir con todas las edades, niños, jóvenes y adultos, el perfecto muestrario de la vida. Luego ensancharás el corazón a los amigos, con tal de que los amigos no sean exclusivamente viejos como tú. Huye de los bazares de antigüedades. 

10.- No pensarás que todo tiempo pasado fue mejor. Deja de estar condenando a tu mundo y maldiciendo tu momento. Alégrate de haber llegado a la edad que tienes y sé feliz. La felicidad es un bien que se multiplica al ser dividido. 

La apostilla: Alguna vez le preguntaron a don Winston Churchill ¿cuál era la razón de su longevidad? Y respondió: “Se la debo íntegramente al deporte… nunca lo practiqué”.


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