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Los adultos mayores son presa fácil de la desnutrición

 

www.eltiempo.com

 

10 de noviembre de 2009

 

Argentina

 

  Los problemas de nutrición que afectan a los niños mal alimentados vuelven a perjudicar a los ancianos que, por causas físicas o emocionales, descuidan lo que comen o no pueden alimentarse con calidad.


Influyen el costo de los alimentos, dificultades de movilidad, que hacen que la persona necesite ayuda para comprar y prepararse la comida oque simplemente está deprimido y no tiene ganas de comer. 

El lugar común dice que a medida que se avanza en edad la persona tiende a aumentar de peso, y muchas veces es verdad. Con ello aumenta la prevalencia de enfermedades crónicas y los factores de riesgo cardiovascular: la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial, la progresión de las insuficiencias renales, las posibilidades de infartos, e incluso la predisposición a ciertos cánceres, como los de mama, próstata o colon.

Este fenómeno tiene una contracara, y es que por diversas causas, muchos ancianos padecen desnutrición.

Aunque es difícil establecer estadísticas, un trabajo realizado en Estados Unidos hace una década fijaba en más de un 60 por ciento el nivel de desnutrición en las personas con demencias seniles, como la enfermedad de Alzheimer. 

Para el doctor Isidoro Fainstein, ex presidente de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría, "el primer factor de riesgo es la soledad". Para los abuelos que enviudan o no tienen con quién compartir la comida, esta puede dejar de ser un acto social y ponen menos atención en ella. 

A esto pueden sumarse la falta de recursos -alimentarse sanamente cuesta más-, el estado mental, tanto en lo afectivo como en lo cognitivo, enfermedades crónicas, operaciones que hayan reducido la movilidad, el estado de la dentición (o si usa prótesis), o posibles alteraciones de la deglución.

Cómo darse cuenta 

"Al llegar a la tercera edad se debe continuar con el consumo de las mismas fuentes de nutrientes que durante todo el transcurso de la vida -advierte el médico nutricionista Silvio Schraier-. No es normal ni saludable comer menos y estar más delgados a medida que se envejece".

Para Fainstein para saber si una persona está desnutrida se debe conocer la historia, el estado clínico, el examen físico y la situación del entorno familiar del paciente.
Sin embargo, hay ciertos datos de pérdida de peso que pueden llevar a que el médico tenga una sospecha bastante certera. Si la persona pierde un 2 por ciento de su peso en una semana, o el 5 por ciento en un mes, el 7,5 por ciento en 3 meses o un 10 por ciento en 6 meses, indica, "hay motivos para sospechar de un estado de desnutrición".
Además de poner en riesgo la vida de la persona, la desnutrición puede acelerar la progresión de determinadas enfermedades y un aumento de sus complicaciones, hace que las heridas cicatricen mal, puede generar una mayor predisposición a infecciones, la reducción de la fuerza. 

Los alimentos más baratos y fáciles de preparar consisten en hidratos de carbono, con lo que los estados de desnutrición suelen ser producto de la deficiencia de proteínas. 

Un indicador clínico de desnutrición seria es la baja excesiva de albúmina en la sangre. La albúmina, explica Fainstein, es una proteína, y un nivel demasiado bajo indicaría que el organismo, al no recibir proteínas con la alimentación, está consumiendo las suyas propias. "Esta es una variable independiente que incide directamente en la mortalidad", advierte.

Son más frágiles

La doctora María Dolores Orfanó, médica geriatra y nutricionista, explica que hay una condición que debe ser tenida en cuenta, y es el síndrome de fragilidad de las personas mayores.

"Este síndrome está definido por el estrés metabólico, la polimedicación tan típica en los adultos mayores, y el hecho de comer solo".

Según estudios hechos en el 2003 en Europa, en los adultos mayores con autonomía y sin estas condiciones de fragilidad, la desnutrición alcanzaba el 3 por ciento, mientras que cuando la persona come sola, toma más de 3 medicamentos y padece una situación de estrés metabólico por motivos clínicos o psicológicos, la prevalencia de desnutrición trepa al 10 por ciento. "En los adultos institucionalizados en geriátricos, la desnutrición está entre el 25 y el 35 por ciento", acota.

Necesitan ayuda inmediata y permanente

Si el anciano no come porque está triste o deprimido, se debe mejorar antes que nada esa condición.

También se le deben dar, previa receta del médico, suplementos vitamínicos en forma preventiva o para paliar alguna deficiencia. Esos productos no pueden ser considerados la solución al problema nutricional de la persona.

Es clave enseñarles a ellos o a quienes estén a su cuidado a cocinar de manera más fácil con alimentos más baratos y nutritivos.

No olvide controlarles el peso cada vez que se pueda y revisar lo que están comiendo.


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