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Mirada al envejecimiento demográfico

Alexis Rojas Aguilera, ACN

24 de mayo de 2011

Cuba


Cuba se encuentra en una etapa avanzada de transición demográfica, de envejecimiento acelerado, expresado en bajas tasas de natalidad y fecundidad que no garantizan el reemplazo de la población.

También en el aumento de la proporción de personas mayores de 60 años, con esperanza de vida que apunta a los 80, mientras se mira como posible la cota de los 120.

Se trata de un desafío que incide, e incidirá más negativamente, en todos los ámbitos de la vida de la sociedad cubana en las próximas décadas. Es un peligro a flor de piel, que no está en consonancia con lo dicho por el mítico cantante Carlos Gardel en su tango, cuando afirmó que 20 años no eran nada.

Sus efectos en el corto y medio plazos se asocian al envejecimiento, visible en la mayor población económicamente dependiente y en la carencia del reemplazo necesario de la fuerza laboral activa, es decir, menos productores tendrán que sostener a más consumidores de bienes y servicios.

Con ello cambiaría la estructura familiar: se incrementarán las necesidades de servicios (incluidos los de salud) y se transformará hasta la forma de organizar el trabajo, por citar algunas consecuencias.

Tal situación obliga a la búsqueda y adopción de medidas en el presente y futuro cercanos, para promover los nacimientos a partir de conservar y llevar a feliz término los embarazos, muy valiosos para las familias en sí y la sociedad en su conjunto.

Si la preñez y la natalidad no se incrementan, con la sostenida tasa de baja mortalidad infantil, empedrado será el camino para la próxima y siguientes generaciones.

Pero lograr esa promoción, ese incremento, requiere del abordaje integral de todo lo que atañe a la gestación, al cuidado de los hijos y a la imprescindible responsabilidad compartida de padres y madres, con el apoyo de la sociedad, entre otros múltiples aspectos.

En tal sentido, adquieren singular relieve las mujeres gestantes y, de ellas, las vinculadas a “trabajos productivos”, por su proporción y responsabilidad en el ámbito público y el desafío que representa la doble jornada de trabajo (en el centro laboral y el hogar) en circunstancias adversas, sobre todo en periodos de crisis y de reajuste económico.

El rediseño de la política económica resulta una alternativa para “capear la tormenta” de la contracción derivada de la actual crisis global y del incremento del criminal bloqueo yanqui, sin renunciar a las conquistas fundamentales del pueblo alcanzadas por la Revolución: educación, salud y seguridad social, las primeras, pero no las únicas.

De hecho, el impacto de la crisis se comienza a sortear con enormes esfuerzos y creatividad marcados por los lineamientos económicos y sociales aprobados en el VI Congreso del Partido. y cuya secuela inevitable se ha caracterizado por carencias de muy variada índole.

También en la formación del escenario nacional, heterogéneo y complejo, con la emergencia de nuevos actores socioeconómicos: los trabajadores por cuenta propia o el acceso a divisas en algunos sectores esenciales.

En el vital aspecto de la maternidad, el necesario vínculo de sustentabilidad recíproca entre desarrollo social y económico, se atemperó en el campo de la Seguridad Social con cambios en la legislación.

La aplicación de esa regulación representó un cambio de calidad en función de la gestión de la maternidad de la “trabajadora” cubana, en relación con sus antecesoras.

Cuando de gestación y cuidado de los hijos se trata, el punto de vista médico resulta medular para cualquier toma de decisiones. El estudio realizado en Holguín permitió comprobar que el alto porcentaje de trabajadoras embarazadas estaban acogidas a certificados médicos mucho antes de la semana 34, momento oficial de la licencia por este concepto.

Entonces, un primer aporte concreto en función de encontrar soluciones a este crucial dilema para el país sería mirar en esa dirección con horizonte amplio, de género, transdisciplinario e intersectorial, sin dejar ningún cabo suelto, pues resulta evidente que los hay, entre ellos, el “tratamiento” para esa nueva actora económica que también produce bienes materiales y trae al mundo seres humanos.

Los embarazos primerizos con feliz término se están convirtiendo en novedad, las segundas gestaciones en rarezas y las terceras adquieren rango de noticia de primera plana, con acompañamientos tales como: “fulanita está loca. ¡Otro muchacho!”

Y esas madres, lamentablemente, son cada vez más escasas y las únicas que responden a la prioridad de garantizar la reproducción biológica y el reemplazo de la población económicamente activa, imprescindible para el equilibrio armónico de la sociedad.

De hecho se desprende que en la búsqueda de la salida del túnel demográfico, más allá de concentrarse en la preparación de condiciones para asumir la pesada carga de los adultos de hoy, que seremos los ancianos de mañana, bien pudiera apretarse otro poco más la mano en abonar mejor las semillas. Nunca sería baldío.

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