Unos 70 abuelitos internados en
el Hogar San Francisco de Asís,
dependiente de la Policía
Nacional, reclaman la visita de
algún familiar con quien
conversar un momento y recibir un poco
de cariño. Varios adultos mayores
ya no pueden levantarse por lo que pasan
el día postrados en su cama,
leyendo un libro o escuchando radio.
Si bien el hogar de ancianos posee lo
básico para sobrellevar el cuidado de los
adultos mayores en cuanto a alimentación,
vestimenta y espacio físico, la falta de
personal para la higiene de los abuelos se
suple con los pasantes de estudiantes de
enfermería.
El sitio se encuentra en el barrio Molino en
donde los abuelos pasan sus días en
rondas de tereré, mate, leyendo o
haciéndose compañía
mutuamente.
Muchos de los internos fueron abandonados por
sus familias; en tanto que otro grupo
considerable fue recogido de las calles por la
Secretaría de Emergencia Nacional (SEN)
durante la temporada invernal que azotó a
nuestro país el año pasado.
De los 70 internados, 22 son mujeres y 48
hombres, quienes duermen en pabellones
diferentes, pero durante el día se
reúnen en el patio central para solearse
mientras miran su programa de televisión
favorito.
Los voluntarios indicaron que si bien cuentan
con un modesto presupuesto para sostener la
institución, sin las donaciones de
varias empresas o personas de buen
corazón la situación hubiese sido
otra.
El olvido de sus familiares es quizás una
de las carencias más grandes a la que son
sometidos los adultos mayores en nuestro
país, y sin duda, varios de los internos
de este geriátrico sufren el mismo
abandono por lo que muchos abuelitos pasan el
día lamentándose por la
indiferencia de sus hijos por quienes en el
pasado se desvivían.
“Queremos que nuestros hijos vengan a
visitarnos” dijo Leonardo Gómez de 52
años que hace 1 año está en
el hogar. Vino desde Pedro Juan Caballero, tiene
problema en las piernas y las rodillas, producto
de un accidente. Es padre de cuatro hijos, pero
ninguno de ellos viene a
visitarlo.
Nancy Carolina Medina (83) es la abuela
más antigua que vive en el San Francisco
de Asís. Nos dijo que le gustaría
recibir donativos de cigarro, y caramelos,
porque permanece despierta muchas horas en la
noche. “Con un poco de golosinas puedo pasar
mejor la noche”, afirmó. Indicó
que trabajó durante 15 años en la
Policía y que luego de sufrir un
accidente de tránsito, que la dejó
invidente, se quedó a vivir en el hogar.
Afirma haber terminado el sexto
curso.
Muchos de los ancianitos no tienen noción
del tiempo debido a la amnesia o demencia senil
que padecen, por lo tanto viven su mundo. Un
hecho positivo que resaltar en el hogar San
Francisco de Asís es el trabajo de un
matrimonio, Emilia y Alberto Enns del Servicio
Voluntario Menonita, desde hace 11 años.
Ellos apoyan la provisión de
víveres trayendo leche,
harina, pollos, fideo, huevo para la
manutención del hogar.