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Cada semana muere una persona mayor
por causa de robos


Por Gustavo Carabajal, La Nación

Argentina

27 de noviembre de 2006


La ola de inseguridad

Cuando los policías entraron en el departamento de Ana Domenech (de 82 años), en Berazategui, encontraron una escena desgarradora. Su cuerpo estaba en el piso, en medio de un charco de sangre que se agrandaba por el agua que caía de la pileta del baño. Había sido apuñalada y golpeada. Antes de cortarle la garganta, los ladrones le habían destrozado a patadas una oreja, para hacerle confesar dónde guardaba los 2000 pesos de su pensión. 

El brutal crimen ocurrió a principios de julio. Domenech fue una de las 43 personas mayores de 65 años asesinadas en asaltos ocurridos en todo el país entre el 1º de enero y el 31 de octubre de este año. En la Argentina, durante esos diez meses, cada siete días un jubilado fue víctima de un homicidio en ocasión de robo. 

Esos 43 casos fueron sólo los que llegaron a conocerse a través de los medios de comunicación. En 2005, según un relevamiento similar, 50 jubilados fueron asesinados durante asaltos registrados en todo el país. 

La última estadística oficial, correspondiente a 2004 y elaborada por el Ministerio de Salud, reveló un panorama más sombrío: un jubilado de entre 65 y 85 años era asesinado cada 36 horas. Aquel año, 236 fueron víctimas de homicidios de todo tipo (no sólo en ocasión de robo) en distintos puntos del país. 

A fines de septiembre último, Rafael Baché, de 70 años, salía de su casa, situada en Sarrachaga y Lincoln, en Castelar, y estaba a punto de subir a su Ford Escort cuando fue sorprendido por dos delincuentes que quisieron robarle el auto. Pero hizo un movimiento que a los ladrones les pareció amenazante, le dispararon dos balazos a quemarropa y lo mataron. Fue la víctima 37 de este año. 

En otros casos hubo abuelos que sobrevivieron a los asaltos, pero sus corazones no resistieron el trauma de haber pasado por situaciones tan violentas, como las amenazas o el cañón de un arma en la cabeza. 

Eso pasó a fines de junio. Una pareja golpeó la puerta de la casa de José Antonio Fernández, de 89 años, en San Miguel. Le preguntaron por su hijo, de quien conocían el apodo por el que lo llamaban en el barrio: El Gordo. Cuando abrió la puerta, los delincuentes entraron en la casa, lo maltrataron, lo encerraron en el baño, revolvieron la casa y huyeron. Un vecino que vio la puerta de su casa abierta lo ayudó a desatarse. Cuando fue a hacer la denuncia a la comisaría murió de un ataque al corazón. 

Algo similar le ocurrió, en Azul, a Nilda Caracoix, ex jefa del Registro de las Personas de la zona. Murió de un paro cardíaco en su casa cuando tres delincuentes la asaltaron y la amordazaron. Los ladrones, de entre 16 y 17 años, huyeron y se llevaron sólo 150 pesos. 

A pesar de que tanto en el Ministerio del Interior de la Nación como en el Ministerio de Seguridad bonaerense mantienen en reserva sus estadísticas, es un hecho que en los últimos dos años los jubilados se convirtieron en uno de los principales blancos de los delincuentes. 

En las últimas dos semanas, sólo en una manzana de Quilmes Oeste, cerca de la esquina de Unamuno y Jujuy, fueron asaltados tres matrimonios de abuelos. Vecinos de Lomas del Millón y Lomas del Mirador también denunciaron una ola de asaltos contra jubilados. 

Los "blancos" más débiles 
Según varios policías consultados por LA NACION, el recrudecimiento de los asaltos contra los abuelos se produjo debido a que muchos de ellos, luego del "corralito financiero", sacaron sus ahorros de los bancos y los guardaron en sus casas; también, a que muchos jubilados nacieron en Italia o España y cobran pensiones en dólares. Y, principalmente, porque constituyen el segmento más débil y vulnerable de la sociedad. 

En la mayoría de los casos, los delincuentes que asaltan a los jubilados cuentan con información precisa sobre las viviendas en las que viven abuelos solos, sobre sus movimientos, el dinero que perciben por la jubilación y hasta los nombres de sus hijos, que usan para lograr que les abran la puerta. 

Con este ardid asaltaron hace un año a la suegra de la dirigente política Patricia Bullrich, en Caballito. 

Una de las bandas dedicadas a asaltar a jubilados desbaratada el año pasado estaba integrada por dos sargentos de la policía bonaerense que tenían en su poder un plano con las casas de un barrio de la zona oeste del conurbano en las que vivían abuelos solos. 

A tal punto llegó la preocupación de las autoridades que en 2005 el ministro de Seguridad provincial, León Arslanian, creó una dependencia especial para prevenir este tipo de hechos. Precedió esa decisión el brutal ataque contra las hermanas Isabel y Rosa Pietromónaco, de 82 y 88 años, respectivamente, que el 2 de mayo de 2005 fueron golpeadas por dos delincuentes que, para entrar, habían roto la puerta del fondo de la casa de las jubiladas, en Tolosa. 

Aquella nueva dependencia utilizó la teatralización de diversos artilugios empleados por los delincuentes para lograr la concientización de los abuelos y enseñarles que no deben abrirles la puerta de casa a desconocidos.


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