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¿Cómo enfrentar el proceso de la jubilación?
Tras años de trabajo

Por Cecilia Arroyo Aguilera

El Sur

Chile

20 de febrero de 2006

Expertos enfatizan en la necesidad de asumir que el fin de la actividad laboral no implica el término de la vida, sino el inicio de una nueva etapa que puede ser mejor.

La enfermera Emelina Matamala Vergara y la profesora de Inglés Raquel Gutiérrez Gutiérrez, no se conocen. Sin embargo forman parte de esa inmensa población de adultos mayores jubilados que cada año suma más adherentes, en un Chile que -según estudios- envejece en forma paulatina.

Hace aproximadamente 15 años, ambas sintieron la compleja sensación del retiro, ese que en el caso de Emelina se debió a un accidente laboral y, que para Raquel se suscitó antes de tiempo por decisión de sus empleadores.

Pero, hay algo más que las caracteriza: una concepción de vida que las ha hecho salir adelante, confiadas en sus capacidades y, en el aporte que sus experiencias de vida y laborales pueden significar para quienes estén dispuestos a escucharlas.

¿Cómo? La primera de ellas, visitando a los enfermos del Hospital Clínico Regional de Concepción, junto a otras 15 mujeres con quienes integra la Pastoral de la Salud, organización fundada por ella misma antes de jubilar. Raquel, por su parte, a través del programa del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) “Asesores Seniors”, encontró una oportunidad para mantenerse vigente haciendo lo que más ama, “enseñar y ocupar mi inteligencia para seguir aprendiendo y entregando a otros todo lo que sé... hasta que la salud me lo permita”, afirma.

El proceso del retiro 
Cada año se jubilan poco más de 300 mil chilenos, iniciando con ello un camino incierto, para muchos sin sentido.

Termina el tiempo de la producción y comienza el descanso, una situación que no siempre cuenta con la aprobación del afectado, pues las razones muchas veces son más obligatorias que voluntarias. En efecto, si bien la edad estipulada para el retiro está fijada -para las mujeres a los 60 años y para los hombres a los 65- existen también otras causas que pueden determinar de manera decisiva si se hace o no efectivo el término de las labores, entre ellas el deterioro de la salud, la disminución de las capacidades físicas y las presiones sociales que instan a dar nuevos espacios a los jóvenes.

Es decir que “mientras para algunos puede significar un gran momento, para otros puede ser sinónimo de problemas, inestabilidad económica e inseguridad”, señala la sicóloga del Senama, María Eugenia Arenas Coronil.

En términos generales se habla de cinco fases en este proceso. La prejubilación, cuando el individuo idealiza el retiro; la “luna de miel”, en los primeros meses o años después de jubilar, cuando se intenta hacer realidad los proyectos pensados; el desencanto, cuando el sujeto topa con la realidad y se da cuenta que no está satisfecho; la reorientación, cuando se replantean las metas en miras a la estabilidad. Y por último la adaptación, etapa en que el sujeto se acostumbra a su nueva rutina como jubilado.

En cada una de ellas, la persona enfrenta la pérdida del principal eje estructurador de su rutina diaria durante -al menos 30 años de vida- . Algo a lo que debe acostumbrarse de manera inmediata y que, según Arenas, “no constituye la forma más recomendable para enfrentar el tema, pero sí la más frecuente”.

En este sentido, lo fundamental es la búsqueda de nuevas metas o proyectos que permitan a la persona reinsertarse socialmente y sentirse útil, ya que -principalmente en hombres- el retiro puede derivar en una depresión severa, “debido a que éstos en su trabajo tienen mucho más comprometidos sus logros y satisfacciones, mientras que para la mujer la actividad laboral fuera de casa se complementa con su vida familiar, que tiene tanta o más importancia que el trabajo”, afirma la experta.

La revaloración social 
Para Susana Martínez Díaz, administrativa regional del Senama, la concepción cultural de la jubilación es el principal conflicto con el que topan quienes enfrentan el retiro.

“La mayoría de los chilenos ve la jubilación como el término de la vida útil y productiva, es decir, que tú dejas de trabajar y ya no sirves para nada”, afirma. Un tema que contrasta con el aumento de las expectativas de vida en el país, prueba irrefutable de que “a los 60 años no te puedes jubilar de la vida, sino sólo de una parte de ella: la vida laboral”, indica la sicóloga María Eugenia Arenas.

Se hace necesario, entonces, que la mentalidad chilena avance hacia la reintegración del grupo de más edad dentro de la sociedad. Uno de los pasos a seguir, explica Martínez, es que las organizaciones reutilicen la experiencia de los retirados a través de programas de asesoría a las nuevas generaciones, después de todo, “¿quién puede saber más sobre un trabajo que alguien que lo ha hecho toda su vida?”, sostiene la experta.

A lo anterior, Arenas suma la importancia de que “empresas públicas y privadas cuenten con programas de prejubilación o desvinculación laboral, en los que se prepare al trabajador para el contexto del retiro en forma paulatina, a través - por ejemplo- de jornadas de medio tiempo”.

Este cambio de mentalidad hacia los jubilados y su rol social también involucra a la familia, pilar de estabilidad emocional de quienes enfrentan el proceso de la jubilación.

En este sentido, señala la sicóloga, la fijación de nuevos proyectos vitales y la reordenación de los roles familiares del retirado, deben contar con el apoyo constante de ésta, que “lejos de criticar el nuevo rol que deseen cumplir -sea deporte, dirigencia, voluntariado e incluso el ocio- debe aceptar las decisiones tomadas, ya que son absolutamente personales”, indica Arenas.

La planificación de metas, el reencuentro familiar y la creación o mantención de vínculos sociales surgidos al alero del trabajo, son según la especialista, acciones básicas para afrontar de buena manera esta fase de la vida. Sin embargo, todos esos esfuerzos serán en vano si la sociedad no asume su responsabilidad en el reconocimiento y revaloración de aquellos que les antecedieron, agrega Martínez, cuya experiencia y sabiduría “la mayoría de las veces es desperdiciada”.

Jubilados están plenamente vigentes El rol dirigencial y voluntario que la mayoría de los jubilados ejerce dentro de las instituciones que integran son una prueba concreta de su plena vitalidad y aporte social.

Así lo explica Susana Martínez, quien agrega que en los últimos años, las organizaciones de la tercera edad han aumentado en cantidad y número de integrantes, eligiendo las áreas más diversas para mantenerse activos. Sin embargo, recalca Martínez, “aunque estamos acostumbrados a ver esa participación, no le hemos dado ni el sentido ni el lugar que les corresponde en la sociedad”, afirma.

Las agrupaciones de voluntariado son una de las favoritas de los jubilados, cuyo aporte social es - sin duda- de gran significancia, pero pocas veces resaltado o comentado.

Con un poco de voluntad y visión, los chilenos pueden prepararse para una etapa a la que inevitablemente están destinados, y que pueden explorar a través de la interacción con los que hoy constituyen una de las poblaciones más gruesas de la sociedad en el mundo.

Para ello, quizás sólo falte ponerse los zapatos de los abuelos y asumir que un día todos llegaremos a la vejez.


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