Etsuko
Arai, una viuda de 77 años, usa un teléfono, el Raku-Raku, de la primera
operadora de telefonía móvil del país, NTT DoCoMo, y solventa las
dificultades en su vista gracias a grandes caracteres y grandes botones, y
a que en tres de ellos tiene registrados los números de la casa y el
trabajo de su hijo, y de su médico. "Sé manejarlo", dice,
"aprendí al escuchar las instrucciones". En un intento de
hacerse con ese segmento de población, la compañía lanzó ese teléfono
de funciones simples, que cree ideal para los mayores y que ya es muy
popular.
Etsuko
Arai es aún una excepción pues en Japón, la segunda potencia económica
del planeta, el 97% por ciento de los hogares posee móvil, pero el 43% de
las personas mayores de 50 años ni tiene ni los utiliza, en la sociedad más
altamente tecnificada del mundo. Pero la venta de móviles a personas
mayores es lo que más crece del mercado, con enormes perspectivas de
futuro, según los expertos.
Con
el 21% (25,6 millones) de sus casi 128 millones de habitantes mayores de
65 años (1 de cada 5), que en 2050 se calcula supondrán el 35,7% de la
población, Japón tiene la población más envejecida del mundo. Y la que
más envejece gracias a su baja tasa de natalidad, su caída de la
fertilidad (1,2 niños por mujer en edad fértil), su casi nula inmigración
y su creciente longevidad.
Además,
la cifra de la población japonesa declinó en 2004, por primera vez desde
la II Guerra Mundial, y los primeros integrantes del baby boom cumplen ya
60 años -es decir, se jubilan- en 2007, según el reciente informe anual
de la Oficina del Gabinete del primer ministro. Nacidas entre 1947 y 1949,
estas personas son "la nueva ola de un cambio en la sociedad
japonesa, y en la locura de gastar, que durará décadas", según
este informe.
Esta
generación dispone del potencial financiero y el pico de población
suficiente para tener un gran impacto como consumidores, es decir, tiene
muchos intereses y gasta más dinero en ocio que las previas, y está
dispuesta a disfrutar y pagar altos precios por bienes y servicios de
calidad superior.
Cuando
los primeros baby boomers comiencen a jubilarse, el gasto de ocio de la
tercera edad aumentará hasta los 44.000 millones de dólares anuales, 1,7
veces el total actual, según la Organización de Comercio Externo de Japón
(JETRO). Comerciantes de seguros de salud y asesores de inversión
financiera personalizan sus productos para atraer a esta capa de población:
la compañía AIU vende un seguro médico para clientes de 50 a 80 años
que no exige someterse a un diagnóstico.
La industria alimentaría desarrolla para los mayores productos sabrosos,
nutritivos, fáciles de abrir, preparar y comer, que no requieren apenas
ser masticados. Etsuko Arai utiliza servicios de entrega a domicilio de
comercios que sirven a clientes que no pueden con una bolsa de arroz.
También
crece el número de mayores en los gimnasios. La estadounidense Curves, la
mayor franquicia del mundo del sector, llegó en 2005 a Japón y dirigió
su oferta a las personas de más de 50 años. En un año ha abierto 30
establecimientos en el archipiélago nipón. Los parques de atracciones,
como el Tokyo German Village, reconocen la necesidad de satisfacer las
necesidades de mayores y jóvenes.
Las
constructoras han incrementado la cifra de viviendas adaptadas a las
necesidades de los mayores, desde las muy cómodas hasta las incómodas
(con distintos tipos de suelos en cada habitación: irregular,
resbaladizo, en pendiente) para que se ejerciten.
Las
agencias de viajes ven su futuro en esta generación que ha vivido para
trabajar, casi sin vacaciones y que tiene tiempo y dinero de los ahorros
-el 85% de todos los de Japón-, más elevadas pensiones. Como los
japoneses llegan cada vez a edades más elevadas con mejores condiciones
de salud pueden permitirse vivir independientes, pero con precauciones:
sistemas de seguridad del gas que emiten señales al móvil de sus hijos.
La
empresa I-Can facilita a sus clientes que visiten las tumbas de sus seres
queridos vía Internet, donde pueden limpiarlas virtualmente,
"depositar" y "encender" velas, mientras que otras,
como las tiendas 24 horas abiertas de la cadena Lawson, han bajado la
altura de sus estanterías para hacerlas accesibles a quienes van en
sillas de ruedas, aumentado el tamaño de los nombres, precios y peso de
los productos, e introduciendo otros, como tinte de pelo. Las filiales de
Lawson, con casi 8.400 establecimientos, que han hecho esas reformas,
aumentaron sus ventas hasta un 50%. Estas innovaciones tecnológicas
contribuyen a resolver los problemas del envejecimiento de una sociedad,
asegura Hiro Murata, presidente del Centro japonés de Investigación de
Desarrollo Social y autor de El negocio del Envejecimiento: 10 estrategias
de éxito para un mercado diverso, de 2004.
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