Son adultos mayores a quienes sus familias, por diferentes razones, no pueden cuidar en casa.
La espera puede prolongarse indefinidamente en ese y en otros hogares de ancianos de todo el país, pues la capacidad instalada es poca para la enorme
demanda.
De los 300.000 adultos mayores de 65 años que hay aquí (casi el 7% de la población total), poco más de 3.000 viven en hogares para ancianos o asisten a centros
diurnos.
Sin embargo, se calcula que las necesidades reales de alojamiento en centros especializados pueden duplicar y hasta triplicar las cifras
oficiales.
Esto se debe a que muchas familias se ven obligadas a trabajar para subsistir y carecen de tiempo y cuidadores adecuados para velar por sus viejitos, dijo el especialista en geriatría y director del Hospital Raúl Blanco Cervantes, Fernando Morales.
Debido a lo anterior, un fenómeno reciente se ha comenzado a detectar en ese centro médico: ancianos cuidando de otros ancianos, con los riesgos y las dificultades que esto
tiene.
Baja oferta. Hasta diciembre pasado, el país contaba con 140 establecimientos para adultos mayores, entre hogares (90 en total) y centros diurnos (50).
De ellos, 115 están habilitados para funcionar porque cumplen con los requisitos del Ministerio de Salud. Un grupo de cinco más tienen permiso provisional y 20 están en
proceso.
Esa cantidad de hogares viene bajando. Entre el primer semestre del 2007 y este año, tres hogares cerraron, informó Jacqueline Peraza, jefe de la unidad de Habilitación del Ministerio de
Salud.
'El que abre un centro de estos lo hace a sabiendas de que deben cumplir requisitos para asegurar calidad de los servicios', enfatizó
Peraza.
Los ancianos indigentes también hacen fila para encontrar un centro que los acoja. En el Hogar de Ancianos Vicentinas de Escazú tienen a cuatro esperando a que se desocupe una plaza.
'Con casos de indigentes, entre ayer (jueves 13 de marzo) y hoy me llamaron cuatro trabajadoras', contó Rosa Arroyo, administradora del
hogar.
La imposibilidad o la falta de interés de algunas familias de llevar a los ancianos a sus paseos, también es una fuente de
demanda.
En el hogar de ancianos San Pedro Claver, en Pavas, esperan que a raíz de la Semana Santa pronto empiecen a tocar a sus
puertas.
Para estos días, ese hogar está al tope de su capacidad (44 cupos), según la religiosa Marcela
Valerio.
Sin ser un hogar, el Hospital geriátrico atiende en sus salones a 35 ancianos dejados a su suerte por sus familiares, la semana
pasada.
El pretexto: enfermedad. La verdadera razón: quitárselos de encima para ir a pasear, estiman las autoridades del
ramo.
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