El envejecimiento es un proceso natural en la vida de toda persona, pero cuando somos jóvenes, creemos que esto nunca nos llega a suceder. Y esta es observada como un estigma y con mucha frecuencia existe rechazo de jóvenes y adultos hacia esta etapa de la vida.

Tomo un extracto de un libro, "La Mujer Rota":
"En otros tiempos no me inquietaba por los ancianos; los tomaba por muertos cuyas piernas aún caminaban; ahora los veo: hombres, mujeres, apenas un poco más viejos que yo". 

No es tan fácil llegar a ser adulto mayor, para poderlo ser, la persona ha de vencer distintos avatares en la vida ya que esta no es fácil; así que ha de convertirse en un triunfo personal, el llegar a la vejez. Dándole de manera continúa un sentido propio, original y nuevo a la misma en cada día de la existencia personal.

Las diferentes maneras de afrontar el envejecimiento influyen factores sociales, culturales, educativos y personales. Entre los factores personales se encuentra nuestra propia historia de vida y nuestras características personales. Un envejecimiento satisfactorio se encuentra ante una actitud positiva y abierta, sentirse activos, con el mantenimiento de relaciones sociales y sentir que formamos parte de la sociedad. Por lo contrario, creer que al hacerse mayores las personas se vuelven inútiles y pasivas o pierden la posibilidad de experimentar deseos, necesidades de continuar aprendiendo, o sueños e ilusiones. Resulta una condición desfavorable para afrontar satisfactoriamente el envejecimiento.

Es difícil mantener una actitud positiva, cuando no existen condiciones apropiadas a nivel familiar, social y cultural para el desarrollo y satisfacción de las necesidades propias del adulto mayor. Como ejemplos de ello, la infraestructura de nuestra sociedad no está diseñada para la movilización segura del adulto mayor; aún dentro de sus hogares existen peligros, como una posible caída, la necesidad de subir varias gradas, y un pobre acondicionamiento de los hogares para facilitarles su independencia. 

Dentro de las consecuencias a lo anterior, existe la tendencia al aislamiento, ha vivir confinados en muchas ocasiones a la soledad y a la falta de afecto. En algunas familias sus adultos mayores resultan cargantes y a veces despreciados y/o maltratados. 

Aunque muchas veces el aporte económico que realizan es el único aporte seguro dentro del seno familiar.

He visto madres que con su escasa jubilación atienden las necesidades elementales de sus hijos/as y nietos/nietas. He visto llorar de impotencia a adultos mayores, por no tener acceso a comprar unos nuevos lentes que le ayuden a ver bien, un aparato auricular, que le ayude a escuchar. Ellos tratan de vivir lo mejor que pueden, pero la disponibilidad de los recursos, del estado, de la salud pública, económicos, sociales y familiares de apoyo le son escasos.

Pese a la buena fe de algunas instituciones y personas deseosas de ayudar a mejorarles la condición de vida. Ser adulto mayor puede ser realmente un lamento, por lo menos en nuestro país.

Viven muchos duelos, la pérdida de familiares y amigos, cada enfermedad crónica que les debilita y les deteriora la calidad de su existencia. Algunos de ellos pierden a sus parejas de manera física, o porque ya están tan enfermas, que se convierten en seres distantes y extraños. En donde la relación por más que continúen viviendo en el mismo lugar, se pierde, se muere. Ha esta edad les toca enfrentar el duelo de su propia muerte, y prepararse para el mismo. Como diría uno de mis hermanos, "sentir que vos estás, en primera fila".

Es necesario cultivar el respeto y la dignificación del adulto mayor en la sociedad, potenciado actividades para los mismos, para el provecho de la sociedad y así rehabilitar la imagen distorsionada que a menudo se presenta de este.

Este artículo nace a través de conversaciones realizadas con un nuevo amigo de Internet; y de un correo electrónico que recibí denominado: ENVEJECER ES OBLIGATORIO, CRECER ES OPCIONAL.

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