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La calle no es segura para el adulto mayor

 

Elcomercio.com

 

30 de Noviembre de 2008

 

Ecuador

 

http://www.elcomercio.com/nv_images/fotos/2008/11/ec30_p_viejitos.jpg

 

Son las 13:30 del jueves y Sara María Ontaneda, de 76 años, lleva 30 minutos sin poder tomar un bus público en la calle Bogotá y 10 de Agosto. El tiempo le apremia, tiene solo media hora para alcanzar a pagar la luz antes de que la Empresa Eléctrica cierre sus puertas. Lo hace a las 14:00.
El bus 4006, de la cooperativa Vencedores, se detiene en el semáforo dos cuadras antes de donde permanece de pie la jubilada. Con dificultad, la mujer de menuda estatura divisa la ruta. “Es la correcta”, dice. Se alegra. 

Sin perder el tiempo alza la mano y extiende el dedo índice, alertando al conductor para que le pare. Pero el automotor pasa de largo. “Siempre es lo mismo, cómo quisiera ser millonaria y no tener que estar mendigando. Por vieja no me llevan...”. Lo dice mientras introduce las manos al bolsillo y saca USD 3. Cansada de esperar toma un taxi. 

20 minutos más tarde, Lucía Sandoval, de 76 años, se detiene en la misma intersección. Tiene prisa por llegar al hospital. Unas gafas negras esconden su problema visual de catarata. Pide ayuda entre los usuarios, para que le conduzcan al bus correcto. Espera en el semáforo de la calle Bogotá. Una competencia de dos buses le trunca su necesidad por llegar. El automotor que esperaba pasa deprisa por su lado y se detiene, en plena vía, a media cuadra. Va hacia él, pero el pito del trolebús la frena.
Para la adulta mayor, transitar por las vías de Quito o tomar un bus público es toda una peripecia. “Los choferes no nos respetan, no nos dan un trato delicado, nos suben como costal de papas”. Al fin toma un bus ante el apurado “suba, suba, rapidito”, de Luis Guamán, controlador del automotor. 

El joven de 21 años justifica el porqué manejan rápido. “Tenemos solo 20 minutos para llegar y timbrar la tarjeta en la cooperativa, si no nos cobran multa”.

Carlos Yanchapaxi, de 69 años, lo encara. “Nos van matar, no nos llevan a los ancianos; como si no fueran a llegar a ser viejos”. Guamán lo desmiente. 
Este Diario consultó a 15 adultos mayores, 13 de ellos señalaron que tienen dificultad para tomar un bus y que nunca les cobran la tarifa reducida, pese a la disposición del artículo 15 de la Ley del Anciano. 

En la calle 9 de Octubre y Veintimilla, Luz Naranjo, de 77 años, se sube. Sus experiencias en el transporte público no son buenas. Hace ocho días, al bajarse de un automotor, se cayó. “Están hinchadas, mire”, dice mientras frota las rodillas con sus manos.

Datos de la Dirección de Control de Tránsito y Seguridad Vial revelan que en el 2007, en Pichincha, se produjeron 4 574 accidentes que afectaron a las personas mayores de 65 años.

De su experiencia, el geriatra Pablo Álvarez dice que un 60% de los accidentes se dan cuando se bajan del bus. De ellos, un 1% de los traumatismos desencadena en fracturas. El 30% de adultos mayores queda con miedo de transportarse solo. “El anciano es frágil y como parte del proceso de envejecimiento viene el desequilibrio”, comenta Álvarez. 

Hugo Chúquer, de 60 años, sufre una parálisis infantil. Camina con ayuda de un andador. El problema de las vías, según él, “es que no hay espacios de movilidad para el anciano”. El Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) es consciente de la necesidad del grupo. Desde el viernes 21 encaminan una campaña de educación vial para el adulto mayor. Fabián Garrido, de 58 años, mira con buenos ojos la propuesta. “pero debe ir a todo conductor”. Su comentario no es aislado. En la calle Diego de Almagro, un automóvil casi lo atropella al cruzar. 

Según Gina García, directora de Atención Gerontológica del MIES, en la primera etapa beneficiarán al jubilado, pero en enero se educará a los conductores. 

Ontaneda alcanzó a pagar la luz, pero inicia un nuevo periplo para llegar a su casa en La Gasca. Para un bus, se sube por la puerta de atrás, apenas pone un pie en el auto, este arranca...
 


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