El maltrato acosa a los ancianos caleños.
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19 de agosto de 2009
Colombia
El 35% del total de las denuncias por maltrato intrafamiliar en la ciudad corresponde a acciones violentas en contra de adultos mayores. Así lo registran las estadísticas de la Secretaría de Desarrollo Territorial y Bienestar Social de Cali.
Este desolador panorama es ratificado por la Secretaría de Salud que informó que en el año 2008 se registraron 314 casos atendidos por maltrato en contra de adultos mayores, de los cuales 226 correspondían a hombres y 88 a mujeres.
Mientras, la Personería Municipal informó que en lo que va corrido del año se han registrado 33 casos de abandono, que ocurrieron principalmente en hospitales y centros médicos, de esos, 12 adultos mayores han logrado ser reubicados en centros de paso.
Y es que en Cali, en donde se calcula que hay una población de 250.000 ancianos, que representan al 10% de los habitantes de la ciudad, el abandono, el maltrato físico y psicológico son comportamientos recurrentes en contra de estas personas.
Y es justamente con el propósito de contribuir a erradicar estas conductas de los hogares caleños, la Secretaría de Desarrollo territorial y Bienestar Social lanzó en agosto, el mes del adulto mayor, una serie de programas sociales que beneficiarán a esta población.
“Queremos eliminar el maltrato físico y psicológico, la violencia sexual, el abuso patrimonial, la negligencia, el abandono y el aislamiento laboral y social al que es sometido el adulto mayor, a través de varios programas relacionados con atención médica y psicológica que estamos diseñando al lado de la Secretaría de Salud”, aseguró Mariluz Zuluaga, secretaria de Bienestar Social.
Sin embargo, Guillermo Zapata, director del ancianato San Miguel, afirma que el maltrato hacia los ancianos también se evidencia por parte del Gobierno Municipal que no brinda los recursos suficientes para el sostenimiento de éste tipo de instituciones. “Para este año, el Municipio nos recortó el presupuesto en relación con el del año anterior, además de eso, Valorización nos embargó, sin importar que seamos el único ancianato público de la ciudad” complementó Zapata.
En dónde denunciar
Liliana Otálvaro, psicóloga, perteneciente a la Línea de Salud Mental de la Secretaría de Salud, dijo que “los adultos mayores de 60 años pueden denunciar cualquier clase de maltrato en las comisarías de familia, que son los entes encargados de brindar la asesoría jurídica necesaria para este tipo de casos”.
Asimismo, aseguró, que mientras se llevan a cabo las investigaciones de estas denuncias, es la Secretaría de Salud la encargada de velar por el bienestar físico y mental del adulto, y que para lograr éste tipo de cometidos se están haciendo gestiones para la creación y el fortalecimiento de los hogares de paso.
Precisamente, y con el propósito de proteger a esta población en el país, fue aprobada la Ley 1315 del 13 de julio de 2009, que establece las condiciones mínimas que dignifiquen la estadía de los adultos mayores en los centros de protección o ancianatos e instituciones de atención pública o privada que prestan servicios de salud o asistencia social.
Entre otras cosas, la ley contempla garantizar que las instituciones de hospedaje para ancianos que no cumplan con los requisitos mínimos exigidos se adapten a las condiciones.
“Uno de los beneficios principales que trae consigo esta legislación es el relacionado con los sitios públicos, tales como los bancos, en donde deberán existir disposiciones especiales que faciliten el acceso al adulto mayor”, aseveró Zuluaga.
Historia de un abandono
El caso de doña Antonia es un vivo ejemplo del maltrato psicológico y del abandono del que son víctimas muchos de los ancianos.
En una mañana cualquiera, su hijo la llevó en un taxi al ancianato San Miguel, en donde la abandonó con algunas de sus pertenencias guardadas en una pequeña caja de cartón y una vieja colchoneta con la promesa de volver en unos cuantos minutos, mientras iba por un refresco para ella.
La espera se alargó día a día, cada mañana doña Antonia esperaba a su hijo en la puerta del ancianato, con la esperanza de su arribo, que cada vez parecía menos verosímil.
A lo largo de seis meses continuó la rutina, hasta que por fin doña Antonia se convenció que su espera era en vano, y no volvió a quedarse en la entrada, como solía hacerlo.
Sin embargo, cada vez que ve que un taxi se aproxima la esperanza renace dentro de ella y corre hasta la entrada con la ilusión de encontrar a su hijo que hasta el momento no ha regresado de comprar el famoso refresco que le prometió hace más de seis
meses.
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