La Abuela de los abuelos
Por Nusly Carías, www.elheraldo.hn
20 de febrero de 2010
Honduras
Es la abuela de cuatro ancianos con los que comparte su vida.
Su espíritu de servicio y su entrega al cuidado de la casa y los quehaceres cotidianos la han convertido en la jefa de Casa Eva, ubicada en al interior de Nuestros Pequeños Hermanos (NPH).
A las órdenes que da la Abuela Engracia Ramona Sevilla, de 85 años, no hay alguien que se oponga, pues todos cumplen a cabalidad sus indicaciones. Y es que hasta los voluntarios que llegan para apoyarla se someten a su mandato.
Sin perder tiempo
El almuerzo llegará en unos 60 minutos. El tiempo es propicio para continuar con el tejido de la bufanda que en tres días recibirá un cliente.
Es su tarea favorita mientras ninguno de los miembros de la casa necesita su ayuda. A sus 85 años aún le quedan miles de actividades por realizar, entre ellas las manualidades con las que se agencia algunos fondos que luego aporta para los días de paseo.
La mesa principal, que está en el salón de trabajo, es el sitio ideal para el bordado; tiene varios ventanales por donde entra la luz y esto le facilita el trabajo. En el mismo salón una vez a la semana recibe terapias recreativas, tiempo en el que también ha descubierto el arte de la pintura.
A su lado la observa con atención Corina Fúnez, de 62 anos, su amiga y compañera de hogar, ambas forman parte de los abuelos que residen en Casa Eva.
El hogar donde la abuela Engracia asegura sentirse muy feliz está ubicado en la carretera que conduce hacia el departamento de Olancho.
Recibimiento
Fue el 6 de enero de 2001 la fecha en que por primera vez Engracia llegaba a la Casa Eva; en aquel momento eran más de 6 adultos mayores los que compartían la vivienda.
El liderazgo de Engracia de inmediato se dejó ver, las labores de la cocina y el apoyo para sus compañeros se convirtieron en sus responsabilidades desde el primer momento. Preparar una jarra de café y contribuir con la elaboración del pan artesanal siguen siendo sus quehaceres.
Solidaridad
Darle de comer a Eugenio López, cinco años menor que ella, es otro de sus compromisos diarios, pues antes de probar sus propios alimentos prefiere darle de comer a su anciano preferido.
Es la 1:00 de la tarde, Engracia se apresura a la habitación donde descansa don Eugenio.
"Hay que levantarse, vamos al comedor, ya descansaste", se escuchó desde afuera de la habitación. Unos segundos más tarde, el abuelo sale en silla de ruedas ayudado por Engracia, quien lo acomoda en uno de los costados de la mesa del comedor.
La anciana se traslada a la cocina para sacar de un balde plástico un plato repleto de arroz con pollo y un vaso de refresco de melón. "Bueno, a la mano de Dios, vamos a comenzar", expresó la anciana para iniciar con la tarea de darle de comer en la boca a don Eugenio, ya que él ha perdido la movilidad.
Su historia de vida
La vida no ha sido fácil para Engracia. Muy joven se casó con Andrés Turcios, enamorada del hombre con quien imaginó conformar una familia estable, pero luego de conocer que no podía procrear, se separó.
"Nunca nos divorciamos, pero de él no sé nada", expresó. De su familia no volvió a tener noticias, pues tras el paso del huracán Mitch nunca más volvió a encontrarse con sus parientes cercanos. Es así que con ayuda de unos amigos es trasladada a Casa Eva, hace 12 años.
Su despertar es a las 5:00 de la mañana, pues la faena del hogar demanda varias horas; además debe dejar tiempo para manualidades como fabricar rosarios de hilo, bufandas y manteles de lana y bordados.
También hay que dejar tiempo para ver su programa favorito "La rosa de Guadalupe", que se transmite en la televisión.
Engracia es una fiel devota de la virgen de Suyapa y la virgen de Guadalupe, a quienes por las noches les reza un rosario. El altar que mantiene junto a su cama representa para ella un pequeño templo donde a diario se comunica con el Altísimo.
Asistir a misa dominical y recibir catequesis también forma parte de sus deberes de creyente católica.
Por cada uno de estos detalles la anciana se ha robado el corazón de quienes la conocen, al grado que se ha convertido en un ejemplo de lucha y valor humano.
Adultos mayores en Honduras
En el país se estima que más de 500 mil personas conforman la población de adultos mayores, de los cuales solo el 1.5% gozan de jubilación.
Estudios realizados en el país revelan que el promedio de las pensiones es de 700 lempiras, muy por debajo del salario mínimo.
Es una cuantía que no cubre ni siquiera la canasta básica mensual, pues en la actualidad es de unos 6 mil lempiras.
El número de adultos mayores se incrementará a casi un millón de habitantes en 2025, de acuerdo a estudios demográficos.
Los principales males de los personas mayores de 60 años en el país son, y entre muchos otros, el abandono, la pobreza y la soledad, pues aunque cuenten con un hogar, son aislados por el resto de la familia.
En la actualidad, en las calles de las principales ciudades del país se logra apreciar a decenas de personas mayores pidiendo limosna para comer o suplir otras necesidades.
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