Abuelos con derecho a sexo
Por Silvia R. Taberné,
ElMundo.es
28 junio 2012
Foto:
Efe/Centro Social de Mayores de Londres,
donde varios grupos de socios juegan
partidas de dominó
Al mito de que,
cuantos más años se cumplen, menos
ganas quedan para el sexo, la realidad se
empeña en llevar la contraria. Varios
estudios demuestran con datos que cuando una
persona mayor de 65 años todavía
vive en su casa las relaciones sexuales siguen
siendo una realidad. Es más, en
España, un estudio llevado a cabo en el
área 7 de Madrid por médicos de
Atención Primaria y de la Unidad de
Investigación del Hospital Clínico
de Madrid en 179 mujeres de más de 65
años demostró que el 20% de las
encuestadas mantenían actividad sexual y
que en el 60% de los casos, el coito formaba parte
de ellas.
Pero ¿qué pasa cuando estas personas
viven en una residencia? Según Laura
Tarzia, del Centro Australiano para la Evidencia
Basada en el Cuidado de Ancianos, "al pasar a
estas instituciones la expresión
legítima y consensuada del sexo es, con
frecuencia, mal vista", explica como una de las
conclusiones de un estudio publicado en 'Public
Health Ethics'.
Falta de
privacidad
Esta discriminación por edad se une,
según esta investigadora, a otros problemas
que llevan a los más mayores a convertirse
casi en unos 'asexuales obligados': "En la
mayoría de las residencias hay una falta de
privacidad notoria, además de miedo por
parte de los cuidadores a la seguridad de los
ancianos sumados a preocupaciones por el cuidado
de los mismos o, incluso, al qué
dirán de los familiares. Además, no
existen directrices ni personal preparado para
afrontar con naturalidad los deseos de los
residentes y darles la suficiente intimidad",
explica.
Sin embargo, tanto Tarzia como otros expertos
indican que eliminando las necesidades sexuales de
estas personas no se las hace ningún favor.
"Está demostrado que las sensaciones
sexuales son lo último que se pierde en el
proceso degenerativo y estamos hablando de un
derecho humano fundamental. Intentando 'proteger'
a estas personas sin permitir que expresen sus
necesidades sexuales, sofocan su autonomía
y personalidad, lo que representa un fracaso",
asegura la autora de este estudio.
"El mayor problema que se plantea es que se sigue
teniendo una visión irreal de las
necesidades de nuestros mayores", comenta a
ELMUNDO.es el doctor Carlos Verdejo Bravo,
médico geriatra del Hospital San Carlos de
Madrid. "El 50% de los mayores, en general, sigue
teniendo actividad sexual, aunque ésta no
se desarrolle en torno al coito. Los tocamientos,
los besos, las caricias o masturbarse son
actividades completamente normales en la vida
sexual de estas personas", explica.
Lo mismo pasa con aquellos mayores que comienzan
con cuadros de demencia leve o moderada. "Las
necesidades sexuales de estos pacientes siguen
siendo iguales, o incluso mayores que las de los
ancianos de su edad y, como ellos, son
perfectamente capaces en este campo de manifestar
y decidir sobre sus necesidades sexuales. Si no se
entiende así, parece que no estamos
reconociendo los derechos de estas personas como
las de cualquier otra", analizan ambos expertos.
"Evidentemente, la actividad sexual se reduce
cuando hay enfermedades de por medio, como el
Parkinson o un ictus. Pero en el caso de los
primeros estadios de la demencia se comportan de
la misma manera. En una forma más avanzada,
posiblemente se manifieste un exceso de deseo,
aunque no tanto por un disfrute puramente sexual,
como por no sentirse solos o aislados", comenta el
doctor Verdejo.
Cuando llegan a esta fase más avanzada "el
gran problema es que su deseo se manifiesta en
ocasiones inapropiadas que puedan molestar a los
que viven con ellos, por lo que hay que
explicarles lo que no se puede hacer en
público y si fuera posible permitir que
disfrutaran de un espacio íntimo y privado
para ello", explica este especialista.
El gran problema
del tabú
Para Tarzia, "dado que la sexualidad y el derecho
a la intimidad siguen siendo importantes en la
vida adulta y son fundamentales para el individuo
y su bienestar, la falta de atención
prestada por estas instalaciones a las necesidades
sexuales de sus residentes es preocupante",
señala.
Una conclusión con la que se muestra de
acuerdo el doctor Verdejo: "No es fácil
encontrar cuidadores suficientemente preparados ni
lugares adecuados para facilitar la actividad
sexual de los mayores y, posiblemente, sean sobre
las relaciones de nuestros mayores sobre las que
más pese el tabú del sexo", explica.
"Lo deseable sería que en las residencias
hubiese una atención más
personalizada a cada uno de los mayores que
atienden, ya tengan demencia o no, para que puedan
expresar su deseo sexual sin molestar a nadie.
¿Cómo? Quizá lo mismo que
tienen previsto las horas de las comidas, de las
pastillas o del ejercicio, no estaría de
más que les diesen tiempo libre para que
pudieran, si quieren, dar rienda suelta a sus
deseos", comenta.
"La clave está en la educación",
señalan desde el estudio y confirma el
doctor Verdejo. "La sociedad todavía no
está mentalizada para respetar el
sentimiento sexual de estas personas y parece que
todavía queda mucho trabajo para entender",
finalizan.
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