Un anciano entra en su banco de confianza.
Acude al mostrador y pide 300, 400 o hasta
1.000 euros al trabajador de la entidad, que
le conoce por su nombre de pila. Este le
entrega el dinero en un sobre y el anciano,
confiado, se lo guarda en el bolsillo de la
chaqueta sin saber que el marcador le vigila.
Es el miembro de la banda que se encarga de
elegir a la víctima. Antes de llegar a
casa, le habrán robado el dinero. Si se
ha resistido, se habrá llevado
además un fuerte empujón y un
susto de muerte.
Los Mossos detuvieron el martes pasado a 11
personas, la mayoría de la misma
familia, por asaltar a una cuarentena de
ancianos (de entre 70 y 90 años)
durante 2010 y 2011. Actuaban principalmente
en el Baix Llobregat, cuando salían del
banco. Cinco de ellos han quedado en libertad
con cargos; el resto ha ingresado en
prisión por orden de un juzgado de
instrucción de Gavà. La
policía, a partir de las denuncias,
calcula que se han hecho con más de
50.000 euros.
Cuando el anciano salía a la calle, un
miembro del grupo le avisaba: "Se le han
caído unas monedas". Al recoger el
dinero, que había tirado el propio
ladrón, un compinche le quitaba el
sobre del bolsillo. Si la treta no
surtía efecto, decidían seguir a
su objetivo hasta su casa. Junto a la
víctima, entraba al portal uno de los
ladrones cargando una caja, como si estuviese
de mudanza. Aprisionaba a la víctima
contra la pared, fingiendo no tener espacio
suficiente, y le tapaba el campo de
visión. En ese momento, otro miembro
del grupo aprovechaba para robarle el sobre.
Y si ni así conseguían quitarle
el dinero, usaban la violencia. "Les
abordaban, sin cámaras, sin testigos.
Les ponían contra la pared o contra el
ascensor. Un simple empujón
podía hacerles caer", cuenta el
subinspector Hidalgo, que se ha hecho cargo
del caso, en el que han participado unos 70
agentes. Hidalgo insiste en la
situación de indefensión
absoluta de muchos de los ancianos: "Algunos
incluso se movían con andadores o con
muletas". Zafarse de los ladrones era
"prácticamente imposible".
La prolija investigación arrancó
a principios de 2010, cuando los Mossos
detectaron un incremento notable de las
denuncias por robo a ancianos a la salida del
banco. Los ladrones dejaron su huella en una
veintena de municipios catalanes. A
través de las imágenes de las
cámaras, la policía catalana
inició un trabajo de chinos para poner
nombre a esas caras que se repetían
ciudad tras ciudad.
Los 11 detenidos (de entre 23 y 55
años), de origen colombiano, forman
parte de un mismo clan familiar. Cuatro de
ellos son hermanos. El resto, a
excepción de dos, son parejas y
cuñados, ha indicado Hidalgo.
Vivían en Barcelona y Santa Coloma de
Gramenet, donde la policía entró
y registró seis domicilios. La
mayoría se encontraba en
situación irregular, a lo que se suma
ahora las acusaciones de hurto, robo con
violencia e intimidación, blanqueo de
capitales y organización criminal. La
Generalitat ha asumido la tutela de tres
menores, hijos de los presuntos ladrones,
hasta que decida si los devuelven con sus
padres.
Los ancianos se han convertido en el objetivo
fácil de muchos ladrones. El pasado mes
de septiembre, la policía catalana
detuvo a dos personas por robar a
puñetazos a 11 personas mayores. Las
aturdían para después quitarles
sus pertenencias. En marzo de 2010, la
policía desarticuló otra banda
similar que atracaba a los ancianos a la
salida del cajero en el barrio de
Sarrià-Sant Gervasi de Barcelona.