Reunidos en la tierra de San Martín de Porras, quienes suscribimos esta
carta lo hacemos bajo el imperativo ético de que toda persona, ciudadana,
debe desarrollarse integral y plenamente en dignidad. Afirmamos que
nuestros estados nacionales deben procurar y velar por el bien común y el
cumplimiento de los deberes que han suscrito en declaraciones,
convenciones y pactos internacionales en bien de las personas adultas
mayores. Y que esto constituye para la ciudadanía adulta mayor un derecho
exigible.
Desde nuestra identidad cristiana surge nuestro compromiso con los adultos
mayores pobres y excluidos de hacer siempre posible el bien de la patria
como signo del Reino y que estamos llamados todos a no olvidar los rostros
de Cristo sufriente, que nos develaba Puebla, en los ancianos, que estamos
convocados todos a construir la "Civilización del Amor " de
Pablo VI y "Globalizar la Solidaridad" de Juan Pablo II,
haciendo hoy de todas las patrias nuestra patria: la de la Dignidad
Humana.
Por ello venimos fomentando la dignidad de los adultos mayores, a través
de estrategias y acciones de sensibilización, de organización de un
voluntariado responsable, de fortalecimiento de redes solidarias, de
prevención de la violencia y del abuso a los adultos mayores. Actuamos a
favor de la defensa de la vida y la dignidad de toda persona ante las
estructuras injustas, animando al adulto mayor al ejercicio pleno de sus
deberes y derechos.
Los participantes de este Programa Regional de Adulto Mayor (PRAM),
durante estos dos años de trabajo conjunto, manteniendo nuestras
identidades, hemos enriquecido el servicio que realizamos en nuestros países
con la diversidad de aportes y experiencias. Reconocemos la problemática
que atenta contra la dignidad de la persona humana y en particular la
discriminación y exclusión social en que viven muchos adultos mayores,
frente a los cuales mantenemos vigente nuestro compromiso cristiano de
fomentar una vocación laical y ética, sustentada en la aplicación de la
Doctrina Social de la Iglesia y en la opción preferencial por los más
pobres.
Este tercer Encuentro nos ha permitido intercambiar las experiencias de Cáritas
Cuba, Chile y del Perú; Fundación Bienestar del Adulto Mayor de la
Caritas Arquidiócesis de México; y la Red Latinoamericana de Gerontología
(RLG). Además hemos podido evaluar resultados y procesos; revisar
enfoques, temas y metodologías estableciendo nuevas estrategias que
contribuyan a fortalecer la visión y el aporte de este Programa Regional
para el mejoramiento de la calidad de vida de los adultos mayores.
Hemos compartido también con tres Caritas Diocesanas de la Región Sur
del Perú (Cáritas Tacna, Moquegua y Arequipa), con la Asociación "RecicLázaro"
de Sao Paulo, en Brasil, y con colegas de Cáritas Alemana y
corresponsales de la RLG en Argentina y Colombia, todos los cuales han
puesto en común sus experiencias aportando así para llegar a mejores
resultados en este Encuentro.
En este proceso reconocemos y nos alegramos por los avances en el diálogo
y compromiso adquirido que algunas instituciones y organizaciones de la
sociedad civil han asumido abriendo mayores esperanzas en una misión que
nos convoca a todos: Construir una sociedad para todas las edades.
Durante el desarrollo de este Encuentro hemos vuelto a constatar, con
preocupación, lo manifestado en la Carta de México al término del
Segundo Encuentro Regional, hace un año: que las personas de edad, en la
mayor parte de nuestros países, siguen enfrentando severas condiciones de
pobreza, exclusión, desigualdad y maltrato, unidas a una situación de
creciente vulnerabilidad. Estas condiciones ponen en grave riesgo la
existencia de la vida humana, no solamente en las personas mayores de hoy,
sino también se arriesga el futuro de las generaciones jóvenes y adultas,
para quienes se avizora un futuro de inseguridad y desprotección social,
si no se promueven y realizan cambios sustanciales en las políticas de
los Estados de América Latina y el Caribe y en las acciones de sus
gobiernos. Estos cambios requieren políticas públicas para la
seguridad social en la vejez y que aborden el envejecimiento poblacional.
Interpelamos como personas – ciudadanos – cristianos y Caritas, a la
conciencia de una ética institucional de los Estados, que exprese en los
presupuestos nacionales la centralidad de la persona humana en los más
pobres y excluidos, particularmente del mundo de los adultos mayores. Los
Gobiernos deben asumir sus propias responsabilidades frente a los adultos
mayores, en especial los más pobres, reduciendo brechas de las
exclusiones sociales, expresadas como la falta de pensiones o previsión
social y el acceso a la salud.
Es necesario que los Estados proporcionen condiciones para el Bien Común
de todos los ciudadanos y que perciban que la seguridad social es un
derecho humano y por lo tanto deben integrarse a su política los
principios éticos, como son la solidaridad, la justicia, la fraternidad,
que son también los que animan nuestra acción a favor de las personas
adultas mayores, desde los valores del Evangelio.
Por ello, resulta urgente proponer medidas que signifiquen no sólo un
alivio de la situación de indigencia y pobreza que vive la mayor parte de
la población adulta mayor de nuestros países, sino la real satisfacción
de sus necesidades y la preservación de su vida y su dignidad. Tales
medidas son: el establecimiento de un seguro integral y universal de salud
y el otorgamiento de una pensión universal de vejez, mediante la creación
de sistemas de pensiones no contributivos, debidamente financiados.
Estas necesidades han fomentado en nosotros una reflexión permanente,
basada en el agisterio Social de la Iglesia, que nos ha ayudado a renovar
los métodos de promoción fortaleciendo nuestro compromiso al servicio de
los adultos mayores.
Desde el PRAM hemos puesto en marcha un proceso de sensibilización y
educación renovando las concepciones acerca del envejecimiento y la
vejez; también hemos podido colaborar en la capacitación de
facilitadores que fomenten el protagonismo social de los adultos mayores.
Desde esta práctica nos comprometemos a profundizar el trabajo en red, la
voluntad para actuar y la madurez que supone impulsar acciones orientadas
a la búsqueda de bienestar individual y social de los mayores, a través
de procesos que fomenten el protagonismo liberador de los mismos adultos
mayores.
Nos alegra que cada vez más vemos extenderse la cobertura de quienes se
integran en nuestros programas y se enriquecen con sus intercambios. Por
esto y por la calidad de los aportes que hemos conocido en nuestros países,
concluimos este Encuentro con satisfacción y esperanza de hacer posible
mejores condiciones de vida para los adultos mayores en nuestros países.
Reunidos
en la ciudad de Lima, entre el 16 y 20 de octubre del 2006, Cáritas Cuba,
Cáritas Chile, Fundación Cáritas para el Bienestar del Adulto Mayor
–México, DF-, Cáritas Perú, Red Latinoamericana de Gerontología,
y Cáritas Alemana.