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Viejos

 

Por Karen Batres, El Norte

 

El 11 de abril 2008

 

Mexico

 

En una entrevista esta semana por radio, el Secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, comentó la urgencia de aumentar los recursos disponibles para el gasto social; dijo que si hoy México es un país de jóvenes, mañana será un país de viejos.
La entrevista se realizó con referencia a la propuesta del Ejecutivo para la reforma energética y la posibilidad de disponer de mayores fondos como resultado de tal propuesta. El punto que le preocupa al Secretario es válido: el envejecimiento de la población. Dentro de muy poco, la proporción de la sociedad mexicana que representan los viejos presentará problemas serios que reclamarán un aumento importante en los gastos de salud y seguridad social.


Si la vejez se desarrolla de forma usual, consta de dos etapas: la vejez sana y la enferma. Durante la primera etapa, el viejo es relativamente independiente. Logra movilizarse, cuenta con una red social y familiar, realiza actividades productivas o contribuye con conocimiento a la sociedad. Cuenta con la capacidad de gozar su descanso y no tiene problemas de salud que no se puedan manejar con una adecuada atención médica.


La segunda etapa, debido a la tecnología médica, puede durar años, requerir enormes gastos en tratamientos, medicinas y hospitalizaciones, y presentar un sufrimiento bastante crónico tanto para el viejo como para su familia. Esto es especialmente verdad cuando no cuentan con los recursos necesarios, lo cual es el caso de la mayoría de los mexicanos. El estrés familiar provocado por situaciones así es un factor de riesgo para el maltrato de los viejos.


No obstante, esta forma de experimentar la vejez se está alterando. Debido a la presencia cada vez mayor de la diabetes en la población mexicana, esa condición de ser un "viejo enfermo" se está presentando en personas que normalmente ni siquiera consideraríamos viejas. No sería raro que en las décadas venideras la expectativa de vida de los mexicanos se redujera y el costo social de la diabetes se disparara.


Dos factores de gran peso en el aumento de expectativa de vida de los mexicanos han sido el abatimiento de infecciones intestinales y los requisitos para la higiene de los alimentos. Según la Organización Mundial de la Salud, las exigencias en normas sanitarias de otros países que reciben productos alimenticios mexicanos han tenido un impacto positivo en la limpieza de los alimentos, algo que redunda en beneficio de los mismos mexicanos.


Pero ahora el problema estriba no en la limpieza del alimento sino en cuál elegimos ingerir. La epidemia de gordura y obesidad que arrasa al País está provocando un envejecimiento prematuro, un estado de salud deplorable que comienza a aumentar los recursos derramados en tratamientos médicos, amputaciones, males cardiacos y renales, ceguera, neuropatía y otras consecuencias. No es ya únicamente que los mexicanos se hagan viejos como un resultado de los cambios demográficos; el problema es que nos vamos a hacer "viejos" y enfermos antes de tiempo, con la posibilidad de pasar años con una manutención médica que muchos no podrán pagar. Vamos a brincar la primera etapa de la vejez y proceder directamente a la segunda.


Debe ser evidente que la discusión de las reformas que inciden directamente en la economía del País es una cuestión de profundas consecuencias a largo plazo para todos. Reducir el debate a un asunto de blanco o negro sin ver modelos alternos y lo que funciona en el resto del mundo es una enorme y peligrosa irresponsabilidad.


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