Discriminados en todos los ámbitos de VIH en Edomex
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20 de octubre de 2009
México
“Para mí se acabó todo”, dice Tigger, de 63 años de edad y portador del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), quien por decisión propia duerme en su Volkswagen Sedán estacionado dentro de un cuarto con goteras. Hace dos décadas era un contador exitoso, y hasta hace seis años pesaba 160 kilos. Ahora está desempleado y no rebasa los 90 kilos.
Reitera: "Se acabó. Pero la vida sigue y mis hijos tienen que salir adelante, no tienen por qué ser víctimas de lo que me tocó. No les puedo heredar mi mal ni mi pasado. Al contrario, ellos han visto que lo poco que pueda, a darle. Y ahí estamos".
Beatriz Ramírez Amador, jefa del departamento de VIH-sida-ITS del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), reconoce que en México persiste la discriminación hacia los portadores del virus, que son abandonados por su familia, pierden su empleo e incluso los médicos se rehúsan a atenderlos.
"Puedo decir que tengo centros libres de homofobia, pero no así de discriminación a personas con VIH-sida. Ha habido serios problemas con ginecólogos y cirujanos que no aceptan atenderlos, les da miedo", dice.
En este sentido, Lizandra González Hinojosa, subdirectora de Atención a Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (Codhem), enfatiza que los portadores de ese padecimiento sufren discriminación social, laboral y ahora en el seno familiar.
Precisa que en 2008 la Codhem recibió cinco quejas por discriminación a personas infectadas con VIH-sida, dos de las cuales se refieren a hechos ocurridos en el propio hogar.
Añade que la primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México establece que el primer lugar de personas excluidas lo ocupan los adultos mayores, después los indígenas y luego los portadores del VIH.
-Separación en la misma casa
Tigger sabe de eso.
Habita en una colonia popular de Naucalpan y hace seis años le detectaron VIH. A pesar de que está informado sobre su padecimiento, decidió proteger a su familia y duerme en un cuarto de láminas de asbesto, lleno de goteras. Cuando llueve se va a su viejo vocho, al que le falta el asiento trasero, y se acurruca.
"Estoy separado por cuestiones de higiene. Aunque no tiene nada de malo que duerma en el mismo cuarto que ellos, no afecta, pero aparte es un poco más seguro", justifica. "Los médicos no me recomendaron separarme. Yo no tengo temor. Más bien ellos; aunque no me lo dicen, lo tienen".
Menciona que "veo cómo toda la gente trata a las personas que tienen VIH, porque desgraciadamente no han recuperado su físico normal: se les ven los ojos medio hundidos, la vista medio perdida, lo que es lo blanco se les ve amarillo, como si tuvieran enfermedad del hígado, se ven un poco chupados, se notan un poco nerviosos, se notan los síntomas a todos. A este tipo de gente, como nosotros, la hacen a un lado, la discriminan: ‘Nombre, no me toques, fúchila, vámonos. Ni le hables'".
Los medicamentos de Tigger cuestan más de 20 mil pesos mensuales, pero en el ISEM se los proporcionan gratuitamente y los antirretrovirales nunca fallan, aunque sí otros medicamentos, mucho más baratos pero que a veces no puede comprar. El gobierno mexiquense le proporciona apoyo médico, odontológico y sicológico, lo que sin duda le ayuda.
La Encuesta Nacional Exclusión, Intolerancia y Violencia en Escuelas Públicas de Educación Media Superior, cuyos resultados fueron publicados en marzo pasado, indica que a 54.1% de alumnos de ese nivel no les gustaría tener como compañero a algún enfermo de sida, cifra que en el Edomex es de 53.2%.
Reportes de la Codhem revelan que con frecuencia son violentados los derechos laborales de portadores, ya que algunos empleadores les exigen la prueba del VIH para contratarlos.
Tigger recuerda sus años de éxito, cuando era contador en una importante empresa. Después perdió el trabajo y desde hace una decáda manejaba un taxi de su propiedad, en el DF.
Hace seis años enfermó gravemente y deambuló en hospitales del estado de México y del DF, hasta que le detectaron VIH. Pesaba 160 kilos y llegó a estar en los puros huesos. Ya se recuperó, pero tuvo que vender sus placas de taxi y otros bienes. No tiene empleo y se mantiene con lo que aportan su esposa y sus dos hijos, de 15 y 18 años.
Subraya: "Estoy en el filo de la navaja. Tengo seis años tomando antivirales y tomo mi medicina. Estoy bien, no he recaído, no tengo diarreas frecuentes, ni neumonías, no tengo gripas, no tengo nada. Hace frío, me pongo mi mascarilla tipo pintor, me resguardo de los fríos, de los aguaceros. Me cuido."
No obstante, insiste: "No tengo nada, ya no tengo nada, ni esperanzas. Pero tampoco digo: ‘ya me voy a morir', que esto y lo otro. Hasta que Dios diga. Que de repente puede ser, se me truena el hígado, los riñones".
Dice que como él son discriminados casi todos los portadores del virus. "Normalmente somos anónimos", afirma.
La esposa de Tigger a veces se desespera. Por las tardes vende papas fritas en un puesto ambulante, sin permiso. También lava ropa o hace quehaceres domésticos. Pero no alcanza. Ni siquiera con el salario de su hijo de 18 años de edad o con las pocas ganancias de su hija de 15 años, que a escondidas vende dulces en su escuela. Ambos estudian el nivel medio superior.
La señora asevera que su situación económica es sumamente difícil. Por ello, pide apoyo al presidente Felipe Calderón y al gobernador Enrique Peña Nieto, para poder abrir una tienda en su domicilio y sus dos hijos reciban becas escolares que garanticen sus estudios.
"Que mi esposo pudiera poner una tiendita donde pudiera trabajar, sentirse productivo, tener su dinerito. Que vuelva a vivir y a sentirse como ser humano productivo, querido, apoyado. El poco o mucho tiempo que le quede, lo que Dios quiera, que se sienta a gusto", expresa.
Indica que también requieren escriturar el terreno que habitan, toda vez que existe una sentencia de un juez a favor de su esposo, pero por falta de dinero no pueden concluir el trámite. Quien los quiera ayudar puede contactarlos al correo info1anonimo@yahoo.com.mx.
Tigger y su esposa prefieren no ser identificados, para proteger a sus hijos.
-Incidencia estatal
Ramírez Amador precisa que en 2008 el estado de México registró mil 917 personas infectadas con el virus, aunque hasta julio de este año sólo había 371 casos detectados. Aclara que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que por cada caso registrado, existen otros tres sin contabilizar. Añade que en los últimos 14 años se contabilizaron 14 mil 713 personas con VIH y 7 mil 754 defunciones.
"Esperamos que en los próximos meses la cifra crezca (de personas que atiende el ISEM), por el desempleo que actualmente existe", advierte.
Tigger cuenta: "En las noches dice uno: ‘Bueno, ¿y ahora qué sigue?'. Haga de cuenta que está uno sentenciado a muerte y está esperando el momento que le digan: ‘Pásale, te toca, a la silla eléctrica o la cámara de gas'".
"¿Qué más puedo esperar de la vida? ¿Aliviarme? Sé que no me voy a aliviar, me voy a controlar y entre paréntesis, porque cuando me fallen los riñones, el hígado o el corazón, hasta ahí, porque es una consecuencia de los medicamentos, estamos tomando tanto químico, es lógico. Se trata uno de cuidar lo más que se pueda con esos programas. Y cuando llegue Dios, pues adelante", concluye.
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