Los
ancianos y el sida. Parte 1
by Dr. Oscar López
Médico de SUAT
Julio
28 de 2010
La infección por el virus de la inmunodeficiencia
humana (VIH) es cada vez más frecuente en pacientes ancianos. Se trata de
un grupo poblacional heterogéneo lo que determina que en muchos casos se
retrase el diagnóstico. Las pautas de tratamiento antirretroviral deben
ser las mismas que para la población general y se ha constatado que es
bien tolerado y la respuesta es positiva, incluso la adherencia al
tratamiento es mejor en los ancianos. El crecimiento considerable de la vía
sexual como comportamiento de riesgo es la causa más importante del
aumento de la edad media de los pacientes infectados por el VIH.
Cifras que hablan
La mayoría de los hombres (71%) y de las mujeres (51%)
de este grupo etario mantiene una vida sexual activa; esta cifra puede
aumentar con la aparición de fármacos para el tratamiento de la
impotencia sexual. Las relaciones sexuales sin protección son la vía más
común de infección debido a que esta población no siempre es monógama
y, además, no considera al sexo desprotegido como un comportamiento de
riesgo al no tener riesgo de embarazo. Es decir, el gran problema
es que los preservativos suelen ser vistos sólo como un método
anticonceptivo y no como un medio para reducir el riesgo de
adquirir una enfermedad venérea.
Los grupos de riesgo incluyen hombres homosexuales
(32,5%), personas que recibieron transfusiones (22,2%) y personas
heterosexuales. Cabe destacar en este último sentido que la viudez también
es un factor de riesgo. Asimismo, la mujer anciana tiene mayor
riesgo de contagio dada la fragilidad de la mucosa vaginal por
los bajos niveles de estrógenos. La posibilidad de infección en los
adultos mayores es multifactorial: escasa información sobre el tema, no
consultan al profesional acerca de su vida sexual y confunden los síntomas
del VIH con los característicos del envejecimiento.
En España, el porcentaje de personas mayores de 50 años
infectadas de sida se ha duplicado, prácticamente, desde fines de la década
del noventa; pasó del 9,9 a un 17,3% en junio de 2008. El porcentaje de
casos comunicados, también en esa misma fecha, en mayores de 60 años fue
del 4,8%. Por tanto, se puede afirmar que la población anciana con sida
representa un grupo sustancial dentro del total de casos con VIH en la
actualidad y está en continuo crecimiento. Otro de los datos
significativos es que en la mayoría de los casos se trata de hombres -alrededor
del 75%- teniendo a la transmisión sexual como la principal vía de
contagio (80%) con predominio de las relaciones heterosexuales sobre las
homosexuales.
Otra información destacable es que varios pacientes
han llegado a la vejez estando infectados y esto se suma a que la edad
promedio al momento del contagio ha aumentado. Como resultado de estas
tendencias se espera que más del 50% de las personas infectadas por HIV
tengan más de 50 años de edad en 2015. La historia natural de los
adultos mayores infectados y no tratados no es nada favorable. Luego de la
infección aguda el promedio de seroconversión es mayor en los viejos que
en los jóvenes y el recuento de linfocitos CD4 es más bajo. Por lo tanto,
las personas mayores tienen tasas más rápidas de descenso de los
linfocitos CD4 y una progresión más rápida a la instalación del SIDA y
la muerte.
En relación al momento del diagnóstico, se puede
afirmar que la detección suele demorar más en la población anciana lo
que implica un retraso en el inicio del tratamiento y esto compromete su
eficacia. Los adultos mayores no se consideran como población de
riesgo y los propios médicos tampoco suelen hacerlo mientras
tienden a atribuir los síntomas de VIH a otras enfermedades más características
de la edad. Al mismo tiempo, a la heterogeneidad del grupo hay que añadirle
la atipicidad y ambigüedad de los síntomas.
Un dato sustancial es que los pacientes ancianos
infectados presentan una evolución más frecuente y grave de la
enfermedad además de una supervivencia menor en comparación con los
pacientes más jóvenes. Las características clínicas del sida no varían
significativamente con la edad. Sin embargo, este grupo presenta
peculiaridades epidemiológicas que, en muchas ocasiones, retrasan el
diagnóstico: tiene un sistema inmunológico envejecido que puede alterar
la respuesta al tratamiento y presenta numerosas enfermedades no asociadas
al VIH que pueden complicar la evolución de la enfermedad.
Entre los diagnósticos que definen sida está la
demencia asociada al HIV, la candidiasis y el adelgazamiento pronunciado;
estos son más frecuentes en las personas viejas. Cabe tener en cuenta que
el porcentaje de pacientes infectados y no diagnosticados es mayor en el
grupo de adultos mayores y, a su vez, en el momento de realizarse el diagnóstico
los ancianos tienen generalmente la enfermedad más avanzada que los jóvenes.
De esta afirmación se desprende que los adultos mayores se verían
beneficiados en la determinación del HIV como test de rutina y más aún
si se tiene presente que muchos ancianos no manejan o consideran los
factores de riesgo.
Podrás encontrar más información en relación a este
tema en nuestra próxima actualización.
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