Riesgo social en ancianos es triple en
mujeres y se sextuplica si viven solas
Por EFE,
ABC.es
el 5 de junio de
2012
El riesgo social
en personas de la tercera edad se multiplica por
tres si se es mujer y por seis si se vive solo,
según un estudio elaborado por el grupo de
investigación Octabaix, que desde hace 3
años sigue la vida y la salud de 220
ancianos de más de 80 años, 139 de
ellos mujeres.
El grupo de investigación Octabaix,
vinculado a la Fundación Jordi Gol i
Gurina, está formado por profesionales
sanitarios de los ambulatorios de Sant Feliu de
Llobregat, Sant Andreu de la Barca, L'Hospitalet
de Llobregat y Martorell, y desde el 2009 trabaja
en un proyecto centrado en la intervención
en caídas y nutrición en pacientes
mayores de 80 años.
A lo largo del estudio que se ha llevado a cabo
durante los tres años, los investigadores,
entre los que hay médicos, enfermeros y
trabajadores sociales, han medido la
situación familiar, económica,
vivienda, relaciones sociales y el apoyo de la red
social de los ancianos.
Entre las conclusiones de su estudio constatan que
el riesgo social no se relaciona directamente con
las enfermedades crónicas conocidas
(presión arterial, depresión,
deterioro cognitivo, consumo de fármacos) y
que la valoración funcional y cognitiva de
los ancianos en las consultas es habitual, pero
todavía es poco frecuente la
valoración social.
También han constatado que hay una elevada
prevalencia de depresión, patología
que afecta a casi un 35 % de los ancianos, y
además han observado un elevado
infradiagnóstico e infratratamiento,
especialmente en mayor de 85 años.
Los investigadores han recordado que "la
depresión en la tercera edad no es una
consecuencia normal del envejecimiento, como se
cree habitualmente".
El riesgo social que se multiplica en las mujeres
y en los ancianos que viven solos "también
aumenta si se tiene peor capacidad funcional para
realizar gestiones tan habituales como puede ser
comprar o llamar por teléfono",
según ha explicado la doctora Assumpta
Ferrer, investigadora principal del estudio.
Ferrer ha denunciado que en las consultas
médicas se lleva a cabo una
valoración funcional y cognitiva del
anciano, pero no la valoración social, que
sería necesaria y que continúa
siendo un tema pendiente.
A la luz de las conclusiones, la doctora ha
reclamado "un abordaje multidisciplinar
individualizado del paciente anciano, con la
integración de la valoración social
en la clínica diaria".
La alta prevalencia de depresión y su
infradiagnóstico detectada en el estudio
está relacionada, según los autores,
"con un aumento global de la mortalidad,
además de tener múltiples
consecuencias en el paciente y su familia, peor
calidad de vida, pérdida de funcionalidad,
mayor cansancio y peor cumplimiento
terapéutico".
De hecho, según el estudio de Octabaix, las
consecuencias de la depresión en las
personas mayores supone un mayor número de
visitas ambulatorias y un incremento del coste
sanitario del 53 %.
"Es imprescindible entender que la
depresión en la tercera edad no es una
consecuencia normal del envejecimiento, como a
menudo se cree, sino una enfermedad que hay que
detectar y tratar igual que en otras épocas
de la vida", según los investigadores.
El estudio
también ha encontrado una alta prevalencia
de la fragilidad, que afecta a casi un 46 %, por
lo que el grupo de Octabaix considera necesario
"hacer intervenciones para prevenir la dependencia
y el deterioro de estas personas mayores".
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