En los países industrializados todas las personas
mayores de 65 años reciben una pensión en los años de vejez. Se
considera que los ciudadanos de esos países —por el solo hecho de
serlo— tienen derecho a esa pensión. En América Latina sucede lo
mismo en Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Chile y Uruguay, aunque
los montos de la pensión son menores que en los países arriba
mencionados. Esta pensión la reciben los ciudadanos de la tercera
edad, hayan o no aportado a un sistema de pensiones, público o privado.
Se considera que todos los ciudadanos y ciudadanas han trabajado durante
su vida, aunque muchos no hayan contribuido a un fondo de pensiones. Allí
están incluidos los campesinos, las amas de casa y los que están
empleados en el sector informal.
Pero eso no sucede en el Perú, donde actualmente, de la Población Económicamente
Activa (PEA) de 13’600.000 personas, hay 6’100.00 afiliados a uno de
los dos sistemas de pensiones, mientras que 7’500.000 personas no
tienen pensión ni cobertura alguna. Pero la cosa es más grave aún,
puesto que de los 6’100.000 afiliados solo 3’000.000 están
aportando actualmente, lo que equivale al 22% de la PEA. Dice un
reciente reportaje de El Comercio (6/3/2011) que actualmente más de
1’500.000 personas mayores de 65 años no reciben pensión. Y la cifra
va a subir como la espuma: en el 2025 habrá 2’500.000 personas sin
pensión, justo en aquella edad en la cual estas personas ya no pueden
trabajar.
Estas cifras nos dicen que el solo crecimiento económico excluye a
buena parte de la población. Este hecho grave no es ninguna novedad y
hace buen tiempo que se discute en el Perú. Incluso, en el 2004, hubo
estudios del Banco Mundial con el MEF acerca de una reforma integral del
sistema de pensiones, que considera un sistema de varios pilares, siendo
uno de ellos la “pensión no contributiva”, que contemple a los que
trabajan toda su vida pero que no aportan por motivos ajenos a su
voluntad (1). Pero estas discusiones no han desembocado en un
programa que permita generar un verdadero “shock” de inclusión
social. Lo único que tenemos es el Programa Piloto “Gratitud”,
dispuesto por el DU-059-2010, que va a destinar S/. 2 millones (leyó
usted bien, dos millones de soles) para los mayores de 75 años en Lima
Metropolitana, Huancavelica, Apurímac y Ayacucho. El número de
beneficiados da pena: son 2,000 ancianos de Lima y 3,000 de las otras 3
regiones.
Oiga, ¿pero no era que 1’500.000 peruanos mayores de 65 años no
reciben pensión alguna? Es correcto. Pero esos son los planes de este
gobierno, que se jacta de las tasas de crecimiento económico y de los
grandes planes de inversión, pero poco —muy poco— hace por el
bienestar de sus ciudadanos de la tercera edad, que se merecen una pensión
porque son ciudadanos del Perú y porque han trabajado toda su vida.
En esta campaña electoral son pocos los partidos que mencionan este
tema, destacando Fuerza Social y Gana Perú de Ollanta Humala. Este último
tiene un plan muy detallado que plantea comenzar atendiendo primero a
los mayores de 75 años con una pensión no contributiva de S/.250/mes.
A partir del tercer año todos los adultos mayores de 65 años accederán
a ese derecho. Además, Gana Perú tiene un esquema de financiamiento
que permite garantizar el cumplimiento de esta deuda social con los
adultos mayores.
Estos son los temas de fondo verdaderamente importantes, pero que no se
discuten —a propósito— porque la mayoría de partidos no quiere
tocar el modelo económico, aunque nuestros ciudadanos mayores no tengan
pensión alguna. Quieren que todo siga igual para que nada cambie. No lo
permitamos.