Seis de cada 10 mayores en
Latinoamérica no cobran
pensión
Escrito por Alejando Rebosio, El
País
21 de Mayo 2012
Argentina
Casi siempre que
se habla de la población de
Latinoamérica se tiende a pensar en
juventud. Sin embargo, la pirámide
demográfica envejece a un ritmo nada
desdeñable. El principal desafío
radica en que solo cuatro de cada 10 mayores de 60
años percibe una pensión. Esas
personas también tienen dificultades para
acceder a la sanidad, mientras que la
atención a la dependencia
prácticamente no figura en la agenda
pública. En la actualidad suman 58 millones
las personas de más de 60 años en
Latinoamérica, pero en 2035
superarán a las de menos de 14 años
y en 2050 triplicarán el número
actual, según un informe de la
Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL)
presentado en Costa Rica. Los mayores de 80, que
suelen necesitar cuidados de terceros,
pasarán de suponer el 1,5% de la
población al 6% a mediados de siglo.
Los pocos que cobran jubilación en
Latinoamérica en general suelen ser
aquellos más adinerados, los que pudieron
tener acceso a un buen empleo. Pero los trabajos
no cualificados, de alta informalidad
administrativa, lleva a que solo el 53,2% de los
trabajadores aporte a la Seguridad Social. Los
empleados irregulares no solo no tendrán
pensión, sino que carecen y
carecerán de una adecuada cobertura de
salud para ellos y su familia. La CEPAL aboga por
la extensión de las pensiones no
contributivas.
El crecimiento económico de los
últimos años permitió ampliar
la proporción de mayores con
pensión, como en Argentina, Brasil, Chile,
Costa Rica, Panamá y Uruguay, pero la
región se encuentra lejos del 75% de los
países desarrollados. Muchas personas de
más 60 años deben trabajar ante la
falta de pensión o porque lo que cobran no
les alcanza. Otros dependen de la ayuda de sus
hijos. El 25% de las mujeres latinoamericanas
mayores carece de ingresos propios y el 10% de los
varones se hallan en la misma situación,
particularmente preocupante en Ecuador, El
Salvador, México y Paraguay.
“El coste de vida crece a mayor velocidad que las
jubilaciones”, se queja el presidente de la
Central Latinoamericana y del Caribe de
Trabajadores Jubilados, el dominicano José
Gómez Cerda. Jorge, un jubilado de Buenos
Aires, cobra, al igual que el 85% de sus pares, la
pensión mínima de 318 euros y por
eso trabaja como taxista. “Necesito 2.000 pesos
[346 euros] al mes para pagarme la [cobertura de]
medicina privada y la de mi mujer; no quiero hacer
horas en la cola en un hospital [público]”,
cuenta Jorge.
Algunos países han adoptado medidas
aisladas a favor de que los mayores trabajen, como
formación y entrega de subsidios o
créditos para emprendedores. Brasil,
Colombia, Chile, Panamá y Uruguay han
creado subvenciones a las familias con
algún mayor. En materia de sanidad,
Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile han adoptado en
los últimos años políticas
específicas para asegurar la
atención. El reparto de medicamentos
mejoró en Argentina, Costa Rica, Cuba,
México, Paraguay, República
Dominicana y Venezuela, según la CEPAL.
“Muchos tienen más acceso a los servicios
de salud, pero los trámites
burocráticos, las negaciones de derechos,
los pagos extra y la exclusión de servicios
hacen la situación muy difícil para
los que no están activos en los sistemas
contributivos”, alerta Gómez Cerda.
“La atención a la dependencia es uno de los
grandes desafíos latinoamericanos”,
reconoce un gerente del Instituto de Servicios
Sociales para Jubilados de Argentina, Federico
Susbielles. Su instituto ayuda a 21.000 ancianos
que viven en residencias y subvenciona a 40.000
para que alguien los cuide. El funcionario destaca
que en Argentina el 95% de los mayores cobra
pensión y el 100% tiene atención
médica, y lo atribuye a la
renacionalización del sistema de pensiones
y a la reconstrucción de su instituto.
Desde la oposición, el presidente de la
Comisión de Tercera Edad de la
Cámara de Diputados, el progresista
Gumersindo Alonso, aboga por mejorar las pensiones
y la calidad de los servicios de salud, pero
también por políticas que den nuevas
metas de vida a los ancianos.
“Los servicios de cuidados para los mayores son
muy limitados en Latinoamérica”, advierte
Gómez Cerca. “Existen casas de cuidados que
pueden calificarse como almacenes de viejos. Otros
son muy caros. Solo funcionan aquellos asilos
administrados por religiosos, especialmente
monjas”, añade el dirigente de los
pensionistas latinoamericanos.
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