Mario Jiménez muestra uno de los juegos que diseñó.
La recreación es la mejor forma de educar, porque ayuda a fijar los conocimientos, afirma Mario Jiménez, subdirector técnico del Instituto Nacional de Educación Física (Inefi). El funcionario entiende necesario el desarrollo de una cultura recreativa que no sólo toque como eje transversal el sistema educativo formal, sino que tome en consideración el tiempo que los ciudadanos invierten en actividades no obligatorias, es decir, su tiempo libre.
“Con la apertura de tantos parques, la gente se ha comprometido a sacar tiempo para ir a los parques con la familia”, comenta Jiménez, quien posee una especialidad en Recreación Educativa y Popular del Instituto Puertorriqueño para el Desarrollo del Deporte y la Recreación.
Las oportunidades de entretenimiento deben abarcar todas las etapas de la vida, desde el nacimiento hasta la vejez. A los niños, el juego debería ayudarlos a adquirir conocimientos y prepararse para la adultez, mientras a los adultos mayores debería permitirles ejercitar sus facultades con poco grado de esfuerzo físico.
Por alrededor de 10 años, Jiménez ha trabajado en el desarrollo de un sistema de esparcimiento y educación que satisfaga las necesidades de niños, adultos y envejecientes. El resultado es un conjunto de ocho juegos para parques y
escuelas.
Ejemplos
Uno de los juegos aprovecha los números y símbolos aritméticos para mejorar el desempeño matemático de los participantes. Diseñado para niños de primero a octavo grado de Educación Básica, el juego podría instalarse en parques y escuelas. Consiste en un rectángulo subdividido en recuadros más pequeños, marcados con números y signos de operaciones aritméticas para que los niños realicen operaciones matemáticas luego de lanzar un testigo u otro
objeto.
“Todos los juegos son de competencia, porque ahí está la motivación”, afirma Jiménez.
También en una superficie dividida se basa el juego de historia y geografía, útil para fortalecer las clases de Ciencias Sociales en escuelas y colegios. En este caso, en el espacio hay dibujado un mapa de República Dominicana, con sus respectivas provincias. Los niños, que pueden ser estudiantes desde cuarto de Básica hasta Bachillerato, deben arrojar el testigo de espaldas y responder preguntas acerca de la provincia sobre cuyo territorio caiga el
objeto.
Y aunque resulta idóneo para instituciones educativas, Jiménez explica que instalar este juego en un parque cerca de una escuela permitiría que, de vez en cuando, una clase se traslade al aire
libre.
En el boliche familiar para áreas abiertas, el recreólogo intenta llevar al público una versión más sencilla y asequible de los bolos. Tres carriles donde pueden competir seis grupos a la vez componen la estructura que ocuparía 300 metros
cuadrados.
El mayor problema en este caso sería contar con personal que expliquen las normas del juego y que cuiden los artículos empleados en la actividad, una responsabilidad que Jiménez sugiere poner en manos del personal de los
ayuntamientos.
El tema de la custodia de la propiedad prima también en el “ajedrez gigante con gradas para áreas abiertas”. Es, como su nombre lo indica, un ajedrez que se juega con piezas grandes (de cuatro pies y medio de alto) y en grupo, no de forma individual.
Familias o grupos de amigos capaces de desafiar a otros con conocimiento del juego de ajedrez podrían interesarse en este juego de razonamiento colectivo.
PARA MAYORES
En su propuesta, Mario Jiménez no pierde de vista a los envejecientes. Para ellos ha ideado un minigolf sobre superficie dura de nueve
hoyos.
¿Qué lo hace ideal para los adultos mayores y personas de la tercera edad? “Es un juego de paciencia, no requiere mucho esfuerzo físico”, explica su
creador.
Este minigolf sobre superficie dura para espacios abiertos se juega con un martillo de madera y no con un palo tradicional de golf.
Abarcaría una superficie mínima de 500 metros cuadrados.
Con la instalación de este nuevo tipo de juegos, los ayuntamientos podrían hacer una revolución en sus municipios y contribuir a cubrir una necesidad de la gente asociarse para jugar, asegura Jiménez.
“Cubrirían un segmento mayor de la población, porque (los parques) La Canquiña sólo cubren niños”, dice.
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