Home |  Elder Rights |  Health |  Pension Watch |  Rural Aging |  Armed Conflict |  Aging Watch at the UN  

  SEARCH SUBSCRIBE  
 

Mission  |  Contact Us  |  Internships  |    

        

 

 

 

 

 

 

 

 

 



Sexualidad de la Mujer en la Tercera edad

LatinSalud

Noviembre 22, 2004

Latin America


 

Son varias las ideas admitidas sobre el sexo del anciano, que han originado mitos infelices que aún en nuestros días tienen validez en una sociedad que se supone con un esclarecimiento sexual relativo. Uno de ellos es que la falta de potencial de procreación vaya acompañada de una declinación del interés sexual, hasta llegar a ser mínima o ausente. La capacidad del hombre para el pensamiento abstracto y el placer, ha incrementado la sexualidad básica que en el resto del reino animal conduce a la conservación de la especie. La mujer post menopáusica ya no puede concebir, mientras el hombre mayor puede mantener su poder fecundante hasta los setenta u ochenta años. Pero esto no excluye la continuidad de la actividad sexual como fuente de felicidad y placer, como expresión psicofísica de una relación humana madura y amorosa. Pueden seguir disfrutando de las delicias de la intimidad y del contacto físico, cualquiera sea el estado de fecundidad. La actividad sexual es una fuerza positiva y estimulante en la vida de la pareja. Los profesionales deben aconsejar conveniente y adecuadamente a las pacientes que estén preocupadas por su felicidad sexual, tanto de sí mismas como de sus parejas. 

Otro de los mitos es que al ir variando y alterándose las características externas a medida que pasan los años, estos cambios deberían implicar niveles bajos de atracción física, de tensión y de expresión sexual. Nuestra sociedad idealiza la belleza del rostro y cuerpo jóvenes y la asocia con atracción sexual y éxito social. Esta postura ignora los múltiples factores que influyen en que las personas deseen compartir los acontecimientos sociales y sexuales. Los antecedentes educacionales y vivenciales, los puntos de vista culturales y políticos, las creencias religiosas, los objetivos coincidentes, son algunos de los diversos factores que crean la oportunidad de atracción en las parejas, que rara vez excluyen la posibilidad de compañía sexual y social basándose en el ideal de belleza física del momento. Otra idea, es que como el envejecimiento interfiere de diversas maneras sobre las personas, se supone que la libido disminuye en consecuencia, modificándose en cantidad y calidad. 

Respecto a la edad, uno de los mitos que todavía se conservan es la diferencia de edad, suponiéndose que debe prevalecer la mayor edad del hombre sobre la de la mujer. Desde siempre es costumbre que la sociedad apruebe que el varón sea no solo un poco mayor que la mujer, sino que también llegue a duplicar y aun triplicar la edad (Charles Chaplin - Oona O´Neill ). Lo contrario sucede cuando una mujer tiene una pareja cinco años menor o más, en que se plantea como una anormalidad, pronosticándosele poco tiempo de duración. Hay un tratamiento veladamente peyorativo hacia la mujer, se la trata de desubicada y al varón poco menos que de gigoló. Si esta situación se traslada a una mujer de la tercera edad, que elige y encuentra una pareja mucho menor, el rechazo de la sociedad se hace más notorio, lo que en definitiva menoscaba la autoestima de la pareja así constituída, creando conflictos de difícil solución. 

La histerectomía y la sexualidad son motivos frecuentes de diversos problemas. De acuerdo al informe Kinsey (*) el 54% de las mujeres operadas no experimenta cambios en el deseo sexual, un 17% manifiesta un aumento del deseo y el porcentaje restante dice lo contrario. Aquellas mujeres que antes de la operación sufrían hemorragias, dolores, prolapso, miedo al embarazo, etc., pueden sentir un aumento del deseo luego de la intervención. Las que consideran que el útero simboliza la esencia de su femineidad por la capacidad de procrear, pueden sentirse mutiladas o desfeminizadas. Hay algo concreto: si las mujeres gozaban del sexo antes de la histerectomía, les será más fácil seguir haciéndolo después, a no ser que la operación les sirva de excusa para no tener relaciones sexuales indeseadas y frustrantes. En general se observa que la mujer que resulta traumatizada emocionalmente a causa de operaciones mutilantes, como una histerectomía o mastectomía, pertenece a estratos sociales con menor acceso a una información objetiva. Sería recomendable un tratamiento psicoterapéutico pre y post quirúrgico y brindar la mayor información posible para prevenir consecuencias. 

Aún en la actualidad las mujeres reciben con angustia y sensación de fracaso la llegada de la menopausia. Esta situación se traslada también al hombre, que siente que es una etapa desgraciada y difícil de soportar; en este contexto el adjetivo de "vieja menopáusica" se ha convertido en un insulto de uso popular que se pronuncia a menudo con un dejo de grosera picardía. Todas estas consideraciones alimentan el mito de que la sexualidad cesa alrededor de los 50 años. En el mundo occidental se exalta la juventud como único estado ideal en la vida, menospreciando la madurez y la vejez. En oriente se reconoce a los ancianos la sabiduría y además se privilegian de alcanzar placer sexual más prolongado y elaborado, fruto de la experiencia adquirida a través de una vida. En nuestro medio es regla negarles la experiencia y el derecho a la sexualidad. En nuestra sociedad, la función de abuela, es considerada una obligación que deberá cumplir eficazmente la mujer mayor para que los padres jóvenes puedan trabajar o llevar una vida social más despreocupada, trasformándola en una niñera de sus propios nietos, que no es integrada a la familia, no participa de las decisiones familiares, no se le reconoce su trabajo y no se tolera que opine sobre la educación de los nietos. La sexualidad esta tácitamente negada; mas aún cuando se trata de abuelas viudas con deseos de reanudar una vida social, que en ocasiones las pueden llevar a formar una nueva pareja. No es infrecuente que, ante estas circunstancias, los hijos reaccionen con un celo marcadamente injustificado llegando a veces a frustrar el intento que de por sí, dadas las pautas culturales y costumbristas, fue tímidamente iniciado.

Durante mucho tiempo la expresión sexual ha estado estrechamente ligada a la función reproductiva y nuestra sociedad no puede emanciparse fácilmente de su larga tradición de ascetismo. A esto se suma un prejuicio general contra los ancianos y el muy difundido sentimiento de que la vida, el amor y el romance son patrimonio exclusivo de los jóvenes. Por lo tanto los individuos de edad intermedia se comportan y actúan casi compulsivamente como si aún fueran adultos jóvenes. Se visten, maquillan, y conducen como si pertenecieran al grupo generacional de sus propios hijos y niegan su edad como si así pudieran asegurar la perduración de su potencia sexual, la cual, según sus convicciones, está condenada a desaparecer con la edad.

Otra creencia común de la que se han valido tradicionalmente los moralistas antisexuales estipula que el agotamiento del organismo mediante la masturbación o el coito en la juventud producen impotencia precoz, en contraposición del individuo que practica la abstinencia, que se reserva para más tarde. Otro mito de antigua data sostiene que la eyaculación del semen es debilitante y tiende a acelerar el envejecimiento y la muerte. En contraposición, hoy se sabe que ni el coito ni la masturbación debilitan el organismo. La conducta de la sociedad suele ser contradictoria. Cuando la "mujer-abuela" abraza o acaricia los niños, su actitud es y parece natural. Pero cuando estas acciones son ejecutadas por un hombre, suele decirse que es un "viejo cochino". Se tiene la creencia de que los hombres viejos son más propensos a vejar criaturas y a incurrir en violaciones sexuales.

Un mito muy arraigado en todas las edades, pero particularmente en aquéllas con más cantidad de años, es que ciertos alimentos o vitaminas tienen cualidades estimulantes o afrodisíacas capaces de mantener o aumentar la sexualidad. Lo que sí puede aceptarse es que algunas sustancias, por su propia naturaleza o origen, son capaces de surtir un efecto por el poder de sugestión sobre las actitudes psicológicas y emocionales, que imparten al hombre la confianza necesaria para desempeñarse con eficacia. Contrariamente, la potencia sexual depende de una vida sana. Finalmente, se podría decir que mitos hay tantos como fantasías sexuales tienen los hombres y en todas las épocas y todas las sociedades han existido.

 


Copyright © Global Action on Aging
Terms of Use  |  Privacy Policy  |  Contact Us