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La mayoría de los ancianos no tiene seguro

 

El Telegrafo


04 de octubre del 2008

 

Ecuador

 

Manuel Miranda vende bolígrafos afuera del IESS, no está asegurado y aún trabaja. | FOTO: FRANCISCO IPANAQUE / El Telégrafo

 

La mayoría de adultos mayores no está protegido por el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), lo que los deja en una situación de desamparo.

Así lo revelan las cifras que maneja esta entidad y el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES). Según esta cartera de Estado, en el país existen 813.000 adultos mayores o personas que sobrepasan los 65 años de edad.

De este universo apenas el 18% forma parte del sistema de seguridad social, es decir, jubilados que cobran una pensión mensual y tienen acceso a los servicios de salud del IESS.

Esta es una realidad que denuncia Rosa Azúa, directora del centro gerontológico Arsenio de la Torre. Ella señala que los ancianos que no gozan de una pensión “tienen problemas con los cuidados de su salud pues no tienen dinero para comprar las medicinas o pagar gastos de salud que aumentan a medida que se envejece”. De hecho los ancianos son quienes más usan los servicios de salud del IESS. Se calcula que el 80% de pacientes de los hospitales Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil y Carlos Andrade Marín son adultos mayores.

Ramiro González, presidente del Consejo Directivo del IESS, reconoce esta problemática pero agrega que solucionarla requiere de medidas a largo plazo.
Sin embargo, Azúa agrega que el inconveniente tiene que solucionarse ahora, pues la falta de dinero ocasiona que estas personas no se alimenten bien, lo que afecta su salud y su calidad de vida.

Otro efecto es una baja autoestima. “Tienen angustia porque no pueden cubrir sus necesidades como vivienda, alimentación o simplemente recrearse”, sostiene.

Una opinión parecida tiene Diego Martínez, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Geriatría. Él indica que cuando un adulto mayor no tiene los suficientes recursos económicos para mantenerse tiene que ir a vivir con sus hijos u otro familiar.

“Esta situación hace parecer a la persona como una carga, se siente mal y ahí es cuando vienen los maltratos y otros problemas relacionados”, cuenta el especialista.

Explica que cuando los adultos mayores se encuentran en una relación de dependencia se vuelven un estorbo para sus familiares, lo que los afecta emocionalmente.

González señala que toda esta situación se deriva en realidad por la irresponsabilidad patronal, ya que ahora solo el 28% de los trabajadores está afiliado al IESS y por ende los futuros jubilados siempre serán minoría frente al resto de personas de la tercera edad.

La Constitución, aprobada el domingo pasado, en el capítulo de adultos mayores, garantiza la jubilación universal.

González explica que los nuevos derechos que trae la Carta Magna serán aplicados de manera gradual y que cualquier prestación será debidamente financiada.

Es esto justamente lo que preocupa a Ruth Domínguez, presidenta de la Asociación de Jubilados Publio Falconí. Ella asegura que “si no hay plata para subir las pensiones a los actuales jubilados, que han entregado su vida al IESS, entonces cómo va a haber dinero para dar a otras personas”.

La dirigente dice que no se opone al aseguramiento ni la jubilación universal siempre y cuando esos beneficios sean financiados por el Gobierno Central y no por los afiliados.

Gina García, directora del departamento de Protección al Adulto Mayor del MIES, señala que hay una serie de mecanismos para amparar a los ancianos que están fuera del sistema de seguridad social.

La funcionaria asegura que 350.000 adultos mayores forman parte del Programa de Protección Social por lo que reciben el Bono de Desarrollo Humano.

También se benefician del Programa Aliméntate Ecuador. Además, el MIES cuenta con 60 centros gerontológicos repartidos en el país para atender a ancianos olvidados.

García agrega que se creará un plan para fortalecer las asociaciones de adultos mayores y entidades que brindan atención a estas personas.

La geriatra coincide con Martínez al afirmar que solucionar el problema pasa por cambiar la mentalidad de las personas. Aclaran que es necesario revalorizar la etapa de la tercera edad y educar sobre la importancia del ahorro y la seguridad social.

“Muchas personas no prestan atención a la vejez, piensan que nunca les va a llegar y no se preparan para ello”, afirma Martínez. 

Por su parte, García opina que el cuidado del adulto mayor es una tarea que compete a la sociedad civil y no solo al Estado. “Hay que darle importancia al anciano, no es que se jubila y ya no sirve, sino que se debe hacerlo sentir como parte de la familia y no como una carga”.

Para solucionar esto, en otros países se han implementado pensiones específicas para ancianos desamparados. En América Latina, Chile y Argentina cuentan con este beneficio, recientemente lo adoptó también Bolivia. Latinoamérica es una región que envejece rápidamente, esto ocurre tanto por los avances en la medicina que reducen la tasa de mortalidad, como por la disminución de la natalidad.

García explica que Ecuador no escapa de esta tendencia, por lo que el cuidado de los adultos mayores es imperativo. Martínez asegura que dentro de dos meses se lanzará un plan especializado, para el cual ya se han iniciado las capacitaciones.


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