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Maltrato a las personas mayores. Sufrir a la tercera edad

 

www.revistafusion.com

 

5 de marzo de 2009

 

España 

 

Maltrato a las personas mayores. Sufrir a la tercera edad

Recientes estudios calculan que en nuestro país cerca de 60.000 personas mayores de 65 años son víctimas de maltrato en su propio hogar. Los agresores son fundamentalmente sus hijos y sus parejas. 

Pocos son los investigadores que en todo el planeta se han dedicado a analizar el maltrato a personas mayores. Hasta el momento las agresiones a niños y mujeres copaban casi todos los estudios, y los dedicados a la tercera edad han quedado relegados a un segundo plano. Rompiendo esta tendencia, el Centro de Estudios Reina Sofía ha publicado recientemente un informe que analiza en profundidad el maltrato a ancianos en sus propios hogares, basándose en más de 2.500 entrevistas a ancianos y cuidadores. La coordinadora del estudio es Isabel Iborra, Coordinadora Científica del Centro Reina Sofía y Responsable del área de violencia contra personas mayores. Ella será nuestra guía de excepción en un tema de levanta suspicacia, escepticismo y sorpresa a partes iguales: "En todo el mundo no llegan a la decena el número de investigaciones sobre maltrato de personas mayores en la familia llevadas a cabo a escala nacional. Hay que decir además, que en España ha habido importantes estudios sobre el tema, aunque nunca habían sido de alcance nacional. En todo caso, de los principales fenómenos de violencia familiar ha sido precisamente el maltrato de personas mayores el último descubrimiento, lo cual hace que no cuente con un cuerpo científico comparable a los otros".

En nuestro país, la edad y el género son factores determinantes, puesto que el estudio refleja que los más maltratados son los mayores de 74 años y además que seis de cada diez agresiones tienen como objetivo las mujeres. Lo cual nos lleva a la conclusión de que la mujer sigue siendo la principal víctima de agresiones. Incluso en el último tramo de su vida sigue sufriendo a manos familiares.

El Centro ha establecido cinco categorías dentro del maltrato a los mayores, a fin de poder distinguir el abuso al que son sometidos. Está el tan conocido maltrato físico, el maltrato psicológico que normalmente son ataques verbales, la negligencia o abandono de los cuidados de una persona, el abuso económico empleando de forma ilegal los recursos o propiedades del mayor, y por último el abuso sexual. Distinguir un caso de maltrato o abuso no resulta, en muchas ocasiones, sencillo. "Los casos más extremos de maltrato y negligencia no admiten duda en el diagnóstico, sin embargo la mayoría de casos están en una zona gris donde el maltrato y la negligencia no son tan evidentes, muchas veces debido a sutiles cambios fisiológicos y psicológicos que ocurren en la vejez", indica Iborra.

Fijándonos en los hematomas, úlceras o desnutrición, podemos intuir que un mayor está siendo sometido a malos tratos, pero hay otros indicadores más sutiles que pueden ayudarnos. Por ejemplo, si el anciano tarda mucho en asistir al médico desde el momento en que tiene una herida o una enfermedad estamos ante un indicador. Si le preguntamos a un vecino mayor por un hematoma, y nos da una explicación rara, vaga o imprecisa, preocupémonos. Y lo mismo si cambia de médico repetidamente o si acude con frecuencia a urgencias. Nos encontramos ante un drama oculto, y por ello el mayor problema que el equipo de Iborra encontró a la hora de realizar el informe fue "establecer el clima necesario y realizar las preguntas, de modo que se consiguiera vencer esa reticencia de las personas mayores para hablar de una posible situación de maltrato por parte de algún familiar"

"Los mayores en ocasiones ni siquiera son conscientes de la situación de maltrato que están viviendo. Como muestra valga decir que ocho de cada diez ancianos víctimas de maltrato considera satisfactorias las relaciones con sus familiares"

Maltrato a las personas mayores. Sufrir a la tercera edad Maltrato a las personas mayores. Sufrir a la tercera edad


¿Violencia subjetiva?

Una inquietante cuestión surge cuando pensamos en la delgada línea que separa la intencionalidad de lo que no lo es, pero que sin embargo termina hiriendo a la persona. Aunque no desee molestar al abuelo, mis palabras pueden hacerle sufrir, por ejemplo. Para la investigadora del Centro Reina Sofía, "para hablar de violencia son necesarias dos cosas: que exista una intencionalidad y que la conducta presentada cause o pueda causar un daño en la víctima. Un ejemplo es el padre que da una bofetada a su hijo 'para educarle'; su intención no es la de dañarle pero puede hacerlo, de modo que se trataría de un maltrato. Dicho esto, en el maltrato de mayores no siempre hay intención de dañar por parte del agresor". En su experiencia, Iborra se ha encontrado con cuidadores que dedican el día entero a atender al mayor, viendo afectadas áreas de su vida personal como la relación con su pareja o el trabajo. Faltas de apoyo suficiente y sin habilidades suficientes para llevar con soltura esa situación, pueden incurrir en maltrato no necesariamente físico.

Y otra pregunta en el aire es si tienen la misma percepción del maltrato el mayor y su cuidador, lo cual nos introduce en el camino de la subjetividad. "Ante cualquier situación de violencia, incluido el maltrato de mayores -indica Iborra-, nos encontramos con tantas versiones del hecho como protagonistas haya. El agresor raras veces reconoce su culpa, sino que generalmente atribuye la responsabilidad de los hechos a la propia víctima. Por su parte, los ancianos en ocasiones ni siquiera son conscientes de la situación de maltrato que están viviendo. Como muestra valga decir que ocho de cada diez ancianos víctimas de maltrato considera satisfactorias las relaciones con sus familiares". 

"Es fundamental la percepción que tenemos de la persona mayor. En el imaginario colectivo un viejo es una persona dependiente, débil. Poco queda del respeto, la sabiduría que portan, o las experiencias vitales que nos pueden transmitir."

Condicionantes para el maltrato

Maltrato a las personas mayores. Sufrir a la tercera edad

Partiendo de la base de que nos encontramos ante un hecho complejo que presenta múltiples condicionantes, es una verdad aceptada que un acto físico tiene su origen en la mente, en el cerebro. Por lo tanto es fundamental la percepción que tenemos de la persona mayor. En el imaginario colectivo un anciano es una persona dependiente, débil. Poco queda del respeto, la sabiduría que portan, o las experiencias vitales que nos pueden transmitir. Ya no se les pide consejo, ni se escuchan sus opiniones. Todo lo más, se han convertido en personas a las que cuidar. Esta imagen mental que tenemos de la Tercera Edad es lo que se ha dado en llamar "edadismo". Y son valores que penetran tanto en los familiares como en el propio mayor. 

Para Iborra, "Las actitudes y estereotipos negativos hacia las personas mayores hacen que, de cierta manera, se les deshumanice. Los estudios demuestran que estos estereotipos negativos sobre lo que conlleva la vejez están presentes tanto en la población joven como en las personas mayores. Entre estas ideas se encuentra, por ejemplo, la de que las personas mayores pierden poder y control sobre sus vidas con la edad, así como la percepción de los ancianos como frágiles, débiles y dependientes. Todo esto facilita que otras personas abusen de ellos sin un sentimiento de culpabilidad o remordimiento, y que se les vea como un objetivo perfecto para la explotación".

A ese ideario global, a esa percepción mental, hay que añadir los condicionantes particulares de cada persona, en qué situación se encuentran. Según el informe del Centro de Estudios Reina Sofía, el 53,6% de los cuidadores entrevistados tenían que dedicar todo el día a la labor de atender a un familiar mayor dependiente. Esto les hizo renunciar a amistades, actos sociales, e incluso trabajo. Por lo que la pregunta siguiente es saber qué peso tiene el estrés del cuidador en la prevalencia del maltrato. "El estrés del cuidador se ha perfilado en la investigación del Centro Reina Sofía como uno de los factores de riesgo de mayor peso para la aparición del maltrato -nos indica Isabel Iborra-. Así, ocho de cada diez cuidadores que incurren en maltrato se sienten sobrepasados por la situación, e incluso el número sube a nueve de cada diez cuando hablamos de cuidadores de ancianos con demencia. Además, los cuidadores que maltratan afirman que el cuidado del mayor les influye más negativamente en su vida laboral, familiar y de pareja".

El 53,6% de los cuidadores dedican el día entero a atender al mayor, viendo afectadas áreas de su vida personal y su trabajo. Faltos de apoyo suficiente, pueden incurrir en maltrato no necesariamente físico.

La familia, a examen

Maltrato a las personas mayores. Sufrir a la tercera edad

Resulta chocante admitir que es en el seno familiar donde tienen lugar tantas agresiones a la persona mayor. Algo que también confirma el Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Valencia, José Sanmartín en su libro La violencia y sus claves. En sus páginas indica que "El primero de los escenarios donde hay más violencia es, obviamente, la guerra. Pero el segundo, mucho más llamativo, es la familia". Parece una contradicción que el lugar que se ha instituido como refugio de las personas sea también una fuente de violencia. Para Iborra la explicación radica en que "La mayoría de los cuidadores que incurren en maltrato son la pareja o los hijos e hijas. Teniendo en cuenta que hablamos en este informe de maltrato familiar, son precisamente las parejas y los hijos los que se encargan de la función de cuidar de los ancianos. Por tanto, aunque es duro que sean los familiares más cercanos los que acaban maltratando, pensemos que son precisamente esas personas las que se están encargando de su cuidado".

En su reciente libro El enemigo en casa. La violencia familiar , Sanmartín explica que en las familias conviven personas con deseos, intereses, ideas y creencias distintas, lo cual genera conflictos. Para el investigador, el problema no es que los conflictos surjan sino que falten las habilidades necesarias para afrontarlos de manera no violenta. 

La situación del maltrato a los mayores es una pescadilla que se muerde la cola, ya que a los mayores les cuesta reconocer que su pareja o sus hijos, son quienes le agreden. No hablan por miedo a que se agrave la situación, la vergüenza de reconocer que sus seres queridos les han fallado, por no quedarse solos... Así, en nuestro país una de cada cien personas mayores de 65 años se siente maltratada, lo cual hace un total de 60.000 personas en esa situación.

En circunstancias como ésta, donde los afectos se entremezclan con la vergüenza, el dolor y la integridad moral y física, pocas son las puertas de salida. Pero las hay, tanto para los cuidadores como para los mayores maltratados. Para la experta del Centro Reina Sofía, "uno de los factores de riesgo de mayor peso es el estrés del cuidador. Sólo en el 7,7% de los casos el cuidador recibe ayuda de los Servicios Sociales, así que sería fundamental incrementar estas ayudas. Aunque este es uno de los objetivos de la Ley de Dependencia, hay que esperar a que se arbitren los recursos y las partidas presupuestarias necesarias para su puesta en marcha. Paralelamente sería necesario trabajar en la visibilización de un problema que permanece oculto aún en nuestros días. Las personas mayores que estén viviendo situaciones de maltrato han de saber que no están solas y que cuentan con recursos de apoyo para salir de esta situación". Alzar la voz es el primer paso para lograr que este problema se haga visible, concienciando con ello a la sociedad y destinándose más recursos para evitar la violencia que se ejerce sobre los ancianos en la propia familia. Después del esfuerzo que nuestros mayores han realizado durante toda una vida, se merecen una vejez digna. En nuestra mano está lograr una sociedad que vuelva a valorarlos.


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