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Uruguay envejece casi sin recambio

 

Por Miguel Bardesio, El país

 

Uruguay

 

El 13 de julio de 2008

 

La fecundidad ha bajado incluso en los sectores más desfavorecidos por causa de la inclusión social, aunque igual más de la mitad de los niños vive en la pobreza.

Las uruguayas tienen en promedio 2,04 hijos en su vida, lo que no alcanza para reponer a las madres futuras pues nacen más varones que niñas. Esto sumado a la pérdida de 126.000 personas que emigraron en los últimos 10 años, da la población más envejecida de la región, según nuevo estudio. El futuro: en 2040 habrá más mayores de 65 años que menores de 15.

Cada año nacen 47.000 uruguayos y mueren unos 32.000. A mitad de camino, en su edad activa, cerca de 12.500 se van del país. Resultado: Uruguay está en el límite de empezar a perder población, lo que implica permanecer alrededor de los tres millones de habitantes y a futuro, si se mantienen las tendencias, seremos aún menos.

Así lo concluye el libro Demografía de una sociedad en transición: la población uruguaya a inicios del siglo XXI, que se presenta este martes. De varios autores, es un trabajo del Programa de Población de Facultad de Ciencias Sociales y el Fondo de Población de Naciones Unidas y la versión más completa y actualizada del panorama demográfico del país. La conclusión se sostiene en el descenso de la fecundidad de las mujeres (tienen 2,04 hijos cuando en 1975 tenían casi 3 en promedio), el envejecimiento (la edad media es 31 años y en Latinoamérica baja a 26) y el fenómeno emigratorio, que ya es estructural del país.

Así e imaginando a un uruguayo medio tipo, este compatriota tendría solo un hermano, se quedaría en la casa de sus padres hasta los 25 años y en algún momento sentirá la tentación de emigrar. De hacerlo, difícilmente vuelva pues sólo el 25% de los que se van lo hace. Imaginando que se queda, enfrentará la vejez acá. Si es mujer, tiene un riesgo de enviudar en cuanto hay 67 hombres cada 100 mujeres entre los mayores de 65. Sola y vieja, entonces, muere finalmente a los 80 años, la actual expectativa de vida para ellas. En caso de que este uruguayo sea varón, la edad promedio de muerte es de 73.

Para el futuro, se espera un incremento del envejecimiento y más reducción de la natalidad. De hecho, la demógrafa Mariana Paredes, especula que en 2040 habrá más personas mayores de 65 años que menores de 15. Ambos grupos forman parte de lo que se conoce como "población pasiva", es decir que no producen por sí mismos en la economía. Hoy existen 65 pasivos cada 100 activos, una gran "carga" para ellos y también para el Estado. Y más adelante, la balanza será más difícil de equilibrar y habrá que pensar que el 17,5% actual de mayores de 60 años podrá superar el 20 ó 25%. Esto requiere más y mejor atención de salud y sistemas de seguridad social con mayor fortaleza.

"El objetivo de este trabajo es actualizar los datos demográficos a 10 años del último censo (1996) y además, aportar algo para pensar el Uruguay a largo plazo. El estado de la población, cómo se mueve, hacia dónde, todo esto incide en las políticas de salud, económicas, de vivienda que vayan a implementarse" asegura Carmen Varela, demógrafa y coordinadora del libro.

¿Qué tan tétrica es la perspectiva? "No hay que dramatizar. Estamos en etapa de transición, donde baja la natalidad, la mortalidad se mantiene y si a eso se le agrega la emigración, el escenario se vuelve más complejo. Pero todo esto depende también de qué país queremos. ¿Cuál es el óptimo de población? ¿Queremos ser más o menos? Sobre esto hay grandes debates", añade Varela.

El libro, en cambio, no ingresa en esta polémica sino que revela el estado actual articulado en capítulos sobre fecundidad, envejecimiento, migración y tránsito de la vida joven a la adulta basados en los datos del censo 1996 y en la Encuesta de Hogares Ampliada de 2006. Vamos parte por parte.

NACER. En 1975, cada mujer tenía casi tres hijos (2,89); 20 años más tarde baja a 2,45 y hoy continúa su decrecimiento. El 2,04 hijos de la actualidad no alcanza para que las madres se sustituyan a sí mismas, según la demógrafa Varela. El razonamiento es el siguiente: por motivos biológicos, cada 200 nacimientos, 105 son varones y 95 niñas. Por lo tanto, la mayoría de los nacidos son hombres y así, no todas las madres engendran al menos una niña, que será un nuevo vientre futuro. De ahí que en demografía se ha establecido que el país no logra un nivel de "reposición de la población".

A la vez, cerca del 11% de las mujeres llega al final de su vida reproductiva (45 años) sin tener ningún bebé. Este porcentaje creció pues era de 10% en 1996.

Pero tal vez lo más revelador del estudio de Varela, Raquel Pollero y Ana Fostik, es que la reducción de nacimientos se da también entre las mujeres de estratos más bajos. Ellas, que a lo largo de la década del `90 aportaron la mayor parte de los niños del país, han comenzado a reducir su número de bebés. Los datos: en 1996, las jóvenes con primaria incompleta entre 15 y 19 años tenían 0,5 hijos mientras que 10 años más tarde, el guarismo baja a 0,3. En chicas de 20 a 24 la bajada fue de 1,5 a 1 en 2006. La menor educación, más que la pobreza, han explicado el mayor número de hijos.

Las políticas de salud sexual y reproductiva, mejor acceso a la educación de las mujeres pobres y la reciente disminución de la pobreza, son los responsables del descenso, según Varela. "La mujer con más educación y con acceso a anticonceptivos reduce su fecundidad".

Con todo, las madres de estratos bajos siguen siendo quienes aportan más nacimientos y de hecho, más de la mitad de los menores de 15 años vive hoy en condiciones de pobreza. Al final de su vida reproductiva, las madres de esos estratos tienen más de tres hijos mientras que en capas medias y altas, esto desciende a menos de dos. "Unas tienen más que los que quieren y las otras menos, porque evalúan que no están las condiciones de tiempo de crianza y económicas", dice Varela. Todas ellas imaginan, si uno pregunta en encuesta, que dos hijos es lo ideal. El modelo a seguir, no sólo aquí, sino en el mundo.

La edad de la madre a la hora de tener su primer hijo también se retrasa. Del total de madres, el 25% dio a luz por primera vez a los 20 años en promedio. La mitad lo hizo a los 24 y el restante 25% a los 30 años; es decir, cuando quedan unos diez años, más o menos, de vida reproductiva.

¿Y el futuro? Probablemente, las tasas de fecundidad sigan bajando en la medida que se mejore la inclusión social de las mujeres. ¿Qué hacer, entonces? "Como política de población, creo que lo mejor que puede hacer el Estado, que no debería interferir en las decisiones libres de las parejas, es asegurar las condiciones para que cada una tenga los hijos que quiera. No más ni menos. ¿Cómo hacer esto? Algunas cosas se pueden emprender, hoy por ejemplo, el único beneficio que se da a la madre es la asignación familiar (o nada si nace en los estratos medios) y una licencia de tres meses. Punto, como si con tres meses el hijo estuviera criado", opina Varela.

Pasando raya, entonces, nuestro imaginario uruguayo medio ha sido un bebé en condiciones complicadas al nacer. Su madre anda por los 30 años y tal vez trabaje. Se cría con un hermano hasta que se enfrente en la juventud con el primer gran desafío de su vida: ¿cuándo y cómo se transformará en un adulto?

CRECER. El libro de Facultad de Ciencias Sociales y el Fondo de Población de Naciones Unidas dedica un capítulo a cómo y cuándo los jóvenes pasan a ser adultos. Esto es: hogar propio, formación de una nueva familia e independencia económica. La conclusión: el 50% de los muchachos entre 23 y 30 no cumple con las tres condiciones a 2006.

El retraso de la "emancipación" se pronuncia en los sectores medios y altos. Ellos, según los datos analizados por el sociólogo Daniel Ciganda, la posponen por continuar en los estudios y ganar más preparación para enfrentar un trabajo ulterior. Así, el 83% de los jóvenes pobres entre 18 y 23 años están insertos en el mercado laboral, aunque a menudo en malas condiciones. Entre sus pares no pobres, la ocupación baja al 10%.

Nuestro uruguayo medio, entonces, pasa larga temporada en la casa paterna, demora su primer hijo y no cuenta, posiblemente, con los medios para construir un hogar propio. Aquí es donde las cosas se hace circulares y esta demora explica en parte la baja fecundidad. Y a la vez, la maternidad se hace más trabajosa porque el crío pasa más años en casa y ¿a quién se le ocurre traer al mundo a más de dos?

La otra vuelta de tuerca es que la demora puede tentar al uruguayo medio a emigrar, lo que es el camino de muchos (ver nota aparte) y significa salirse de la estadística nacional. Por eso, sigamos imaginando que no. Que este uruguayo persevera y se queda. ¿Cómo envejecerá aquí?

ENVEJECER. Uruguay tiene, junto con Cuba, la población más envejecida de América Latina. El promedio de edad se centra en 31 años, según la demógrafa Mariana Paredes, autora de este capítulo. El envejecimiento no es un proceso nuevo por estos lares, pero en los últimos diez años se ha acentuado y la perspectiva augura que se incrementará aún más.

Europa tiene el mismo problema. Con un promedio de edad de 39 años, su población carga más y más años, pero con una diferencia: allá no experimentan la emigración, sino todo lo contrario: la llegada de inmigrantes que ajustan la balanza.

Por acá, el 17,5% de la población tiene más de 60 años, un envejecimiento mayormente femenino pues ellas viven más. Clasificado por pobres o no pobres, hay mayor presencia de adultos mayores en los estratos medios y altos de la sociedad, que en los bajos, donde la presencia de los niños y jóvenes es más fuerte. Volviendo al "ejercicio circular", la baja natalidad hará que la relación entre niños y viejos, ahora favorable a los primeros, se invierta en las próximas décadas. Hoy hay 72 mayores de 60 por cada 100 menores de 15. La relación se viene achicando y si se mantienen las tendencias, en las próximas décadas el vínculo será al revés.

La mortalidad se mantiene estable por los avances sociales y médicos. Hoy, Uruguay tiene la misma que Haití, el país más pobre del continente. ¿Por qué? Porque la gran cantidad de adultos mayores eleva el número de fallecimientos al mismo nivel como si fuéramos un país con escasísimo acceso al trabajo y los servicios. Hay que empezar a pensar, nuestro uruguayo medio parece no pasarla muy bien.


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